¿Una revolución en la guerra marítima?
Imagine que es piloto de uno de los helicópteros SH-60B de nuestra
Armada. Se encuentra, en un futuro no muy lejano, escoltando a las
unidades de proyección y a los más de mil infantes de marina que
transportan frente a la amenaza submarina enemiga. La fuerza a la que
protege, incluida la fragata desde la que ha despegado, se encuentra a
una distancia considerable, lejos de donde creen que la amenaza
submarina enemiga puede estar esperándonos.
Confían en usted. Dirige a bordo a un equipo de tres hombres
perfectamente adiestrado. Su aparato lleva una impresionante variedad de
sensores, desde un complejo procesador para las 25 sonoboyas que puede
lanzar hasta un detector de anomalías magnéticas, pasando por una
potente cámara infrarroja, un sensor de detección de emisiones
electromagnéticas y un radar que aprovecha la altura de vuelo para ganar
cualquier contacto en el horizonte. De cada lateral cuelga un torpedo
Mk-46, suficientemente veloz y preciso como para eliminar cualquier
submarino enemigo. Se desplaza casi diez veces más rápido que los buques
de superficie para investigar cualquier posible contacto.
Acústicamente, es indetectable para un enemigo que confía principalmente
en su sonar para saber lo que le rodea. Pero además, aporta una ventaja
vital frente a las fragatas que protegen a la fuerza: es invulnerable. O
al menos lo ha sido hasta ahora.
Helicóptero SH-60B |
Para no alertar al submarino vuela con el radar apagado. Su cámara
infrarroja busca metódicamente sobre la superficie para detectar
cualquier mástil. Es posible que el submarino quiera confirmar, a través
de sus periscopios o de sus sensores de guerra electrónica, la
presencia de nuestra fuerza naval. Y quizás eso le obligue a ser
indiscreto.
Al final, después de muchos vuelos que han requerido un gran esfuerzo y
concentración de las distintas dotaciones de los SH-60 que protegen a la
fuerza, hay suerte. Parece que la cámara infrarroja ha detectado algo:
un punto de calor minúsculo sobre la superficie de las frías aguas del
Atlántico. Pone rumbo hacia el punto de calor para seguir investigando.
Puede que se trate de un barril a la deriva. Quizás sólo sea una gaviota
que ha amerizado para descansar. Inmediatamente, se informa por radio a
la fuerza. Están casi a cuarenta millas, pero los torpedos modernos
tienen un gran alcance y ante la posibilidad de que hayamos detectado a
un submarino, no conviene correr riesgos. Inmediatamente, los buques que
transportan a los infantes de marina ponen rumbo de evasión mientras
los escoltas adoptan una postura más agresiva y ponen sus sónares a
transmitir.
Nuestro helicóptero sigue acercándose. La imagen de la cámara infrarroja
no es todavía muy precisa. Podría tratarse de dos mástiles,
posiblemente el sensor de emisiones electromagnéticas, que busca los
radares de nuestros barcos, y un periscopio para vigilancia. Lo más
probable es que si el submarino nos ve acercarnos arríe sus periscopios e
intente evadirse. Si da tiempo a identificar sin lugar a dudas los
mástiles, el helicóptero lanzará un torpedo. Si no, quizás sea necesario
lanzar algunas sonoboyas y confirmar que se trata de un submarino antes
de gastar una de nuestras valiosas armas.
Helicóptero SH-60F, con sonar calable. España no dispone de esta versión. |
El helicóptero está ahora a apenas dos millas y no parece haber ninguna
duda de que se trata de los mástiles de un submarino. Están perdidos.
Casi sin esperarlo, oirán un torpedo entrar en el agua y empezar a
transmitir tan cerca que no tendrán tiempo a evadirse. El oficial de
guardia en el periscopio ni siquiera habrá visto llegar al helicóptero
en acercamiento. El copiloto prepara el lanzamiento del arma. Pero algo
inusual ocurre. De repente, la superficie del agua se quiebra. Un objeto
acaba de llegar a superficie, y en su parte inferior se aprecia, acto
seguido, la ignición de un motor cohete.
En los pocos segundos que preceden al derribo de nuestro helicóptero, la
primera impresión es que estamos ante el lanzamiento de un misil
antisuperficie, probablemente un Sub-Harpoon. Sin embargo, el misil vira
rápidamente hacia la aeronave. Tenemos tan poco tiempo de reacción que
las bengalas que intentan captar la atención del misil no sirven de
nada. Horas después, otro helicóptero de nuestra Armada encuentra los
restos de la aeronave flotando sobre la superficie. No ha habido
supervivientes.
¿Qué ha ocurrido? Veamos las cosas desde la óptica del comandante del submarino enemigo.
Su misión es acercarse, sin ser detectado, a la fuerza naval española. Y
a la distancia óptima de lanzamiento de sus torpedos, atacar las
unidades más valiosas: aquellas que transportan los contingentes de
infantería de marina o los suministros vitales para mantener el esfuerzo
de guerra. Bajo su mando tiene una obra maestra de la ingeniería
alemana. Un submarino tipo 214 dotado de propulsión independiente de la
atmósfera, lo que le permite ser muy discreto. Sabe que su mayor amenaza
son los medios aéreos. Los escoltas no le preocupan demasiado, tiene
una gran ventaja acústica sobre ellos y si se acercan demasiado, siempre
puede poner un torpedo en el agua para ahuyentarles de sus esfuerzos
por darle caza.
Los operadores sonar le han informado de la presencia de una serie de
contactos que acústicamente parecen buques de guerra españoles. Quiere
confirmarlo antes de abandonar su zona de espera para interceptar a los
barcos del enemigo. Sube a cota periscópica e iza el mástil de
exploración electromagnética. Efectivamente, en esa misma dirección hay
transmisiones radar similares a las que podrían esperarse de los buques
españoles. Mientras los operadores de guerra electrónica analizan la
información, él vigila el horizonte por si se acercase alguna aeronave.
Tradicionalmente han sido la principal amenaza para las fuerzas
submarinas, y siguen siendo un enemigo temible. Pero ahora tiene otras
opciones si apareciera un helicóptero o un avión de patrulla marítima.
A través de la cámara infrarroja del periscopio observa algo que le
llama la atención. Un punto de calor que vuela nivelado, lo que descarta
que sea un pájaro. Ha sido descuidado. Los mástiles han estado
expuestos demasiado tiempo, y ahora un helicóptero les ha detectado. No
transmitía con el radar, así que no ha habido alerta previa. No hay duda
de que se dirige hacia ellos, y en cuanto tengan claro que se trata de
un submarino, lanzarán uno de sus torpedos justo sobre su vertical, lo
que les hará muy difícil escapar. Si en sus tubos no llevase cuatro
ejemplares de su nueva arma, sólo le quedaría arriar todo, bajar a la
cota de evasión e intentar escapar. Pero ahora tiene otra opción.
Misil IDAS |
Decide permanecer en cota periscópica. Ya le han detectado, y tendrá
que intentar acercarse a la fuerza naval española en otra ocasión. Pero
ahora, evadirse no es su única opción. Puede pasar datos precisos sobre
la posición del helicóptero aprovechando que lo tiene en el periscopio.
El oficial de armas introduce los datos en una consola y da la orden de
fuego. A los pocos segundos, uno de los cuatro misiles IDAS alojados en
uno de sus ocho tubos lanzatorpedos sale hacia la superficie,
arrancando su motor cohete.
La cámara infrarroja de la parte delantera del misil envía imágenes a través de un cable de fibra óptica conectado con la consola de armas del submarino. El oficial de armas distingue claramente que se trata de un SH-60B y durante la fase de aproximación, da órdenes al misil para evitar las bengalas que intentan distraer su atención. ¡Impacto!. El helicóptero se precipita al mar envuelto en llamas y el comandante del submarino empieza una evasión que puede llevarle días hasta encontrar una nueva posición de lanzamiento. Ha perdido la oportunidad de atacar, pero ha escrito una nueva página en la historia de la guerra submarina.
Defensa activa frente a defensa pasiva.
Hasta ese momento, y desde la aparición del submarino en los escenarios
de guerra marítima del S.XX, las aeronaves han sido el adversario por
excelencia de los submarinos. Durante la II Guerra Mundial, la presión
de los aviones de patrulla marítima basados en tierra y en portaaviones
salvó el sistema de convoyes indispensable para el sostenimiento de Gran
Bretaña y forzó el desarrollo del snorkel, convirtiendo a los
sumergibles en verdaderos submarinos al aumentar exponencialmente el
porcentaje de tiempo en inmersión, ya que les permitía cargar baterías
sin estar en superficie.
El snorkel permitió enfrentar la amenaza aérea con tácticas pasivas. La evasión se convirtió en la principal defensa, relegando al pasado las piezas de artillería antiaérea que poblaban la cubierta de los U-Boat. El desarrollo de la propulsión nuclear, que permite a los submarinos permanecer en inmersión profunda –esto es, alejados de los peligros de la cota periscópica- durante meses si es necesario, no hizo más que convencer a la comunidad submarinista que la mejor defensa frente a las aeronaves era evitar la detección a toda costa. Sin embargo, mientras los submarinos confiaban su defensa a sus posibilidades de evasión en cota profunda, los medios aéreos antisubmarinos evolucionaban en completísimas plataformas de armas guiadas y sensores que aportaban, frente a los buques de superficie, dos principales ventajas: la velocidad y, sobretodo, la invulnerabilidad.
El snorkel permitió enfrentar la amenaza aérea con tácticas pasivas. La evasión se convirtió en la principal defensa, relegando al pasado las piezas de artillería antiaérea que poblaban la cubierta de los U-Boat. El desarrollo de la propulsión nuclear, que permite a los submarinos permanecer en inmersión profunda –esto es, alejados de los peligros de la cota periscópica- durante meses si es necesario, no hizo más que convencer a la comunidad submarinista que la mejor defensa frente a las aeronaves era evitar la detección a toda costa. Sin embargo, mientras los submarinos confiaban su defensa a sus posibilidades de evasión en cota profunda, los medios aéreos antisubmarinos evolucionaban en completísimas plataformas de armas guiadas y sensores que aportaban, frente a los buques de superficie, dos principales ventajas: la velocidad y, sobretodo, la invulnerabilidad.
Durante la Guerra Fría, sólo existieron tímidos intentos en proporcionar
verdaderas opciones de defensa activa frente a las aeronaves
antisubmarinas. Soviéticos y británicos elaboraron complejos sistemas
para lanzar misiles de corto alcance desde versiones instaladas en
mástiles similares a los periscopios. No es hasta finales de los años
ochenta que surge el concepto SUBSAM (Submarine Surface-to-Air Missile),
un proyecto de la Agencia de Investigaciones Avanzadas de la Defensa
(DARPA, en sus siglas inglesas) que surge para contrarrestar los
estudios de la Unión Soviética dirigidos a conseguir la capacidad de
lanzar desde cota periscópica versiones de los misiles SA-7 y SA-14
frente a los P-3, SH-3 y SH-60 americanos.
El fracaso del diseño ruso basado en el misil de guía infrarroja SA-14 Strela (dadas las condiciones de humedad reinantes en el ambiente marítimo) dirige a los americanos hacia un desarrollo basado en el misil de guía radárica AMRAAM alojado en el cuerpo de la versión de lanzamiento submarino del misil Tomahawk. Esta configuración permitiría aprovechar la autonomía del Tomahawk, haciendo posible al misil orbitar alrededor de una hora sobre la posición del submarino y sirviendo como elemento disuasorio de cualquier aeronave en aproximación. La idea original era conseguir que el AMRAAM se desprendiese del cuerpo del Tomahawk en caso de una detección, utilizando su velocidad de Mach 4 para alcanzar el blanco, eliminando cualquier amenaza para el submarino. La imposibilidad de que el operador pudiese discriminar si el misil atacaba a una unidad enemiga o a una aeronave amiga o neutral acabó con el programa.
El fracaso del diseño ruso basado en el misil de guía infrarroja SA-14 Strela (dadas las condiciones de humedad reinantes en el ambiente marítimo) dirige a los americanos hacia un desarrollo basado en el misil de guía radárica AMRAAM alojado en el cuerpo de la versión de lanzamiento submarino del misil Tomahawk. Esta configuración permitiría aprovechar la autonomía del Tomahawk, haciendo posible al misil orbitar alrededor de una hora sobre la posición del submarino y sirviendo como elemento disuasorio de cualquier aeronave en aproximación. La idea original era conseguir que el AMRAAM se desprendiese del cuerpo del Tomahawk en caso de una detección, utilizando su velocidad de Mach 4 para alcanzar el blanco, eliminando cualquier amenaza para el submarino. La imposibilidad de que el operador pudiese discriminar si el misil atacaba a una unidad enemiga o a una aeronave amiga o neutral acabó con el programa.
Los británicos intentaron instalar, sin mucho éxito, un lanzador de misiles BlowPipe en un mástil para sus submarinos. |
En 1992 las empresas Aerospatiale y DASA, comienzan el desarrollo del
programa Polyphem. Inicialmente se trataba de un misil con capacidades
exclusivamente antibuque, pero en 1996 se añade la posibilidad de dotar
al misil de capacidad antiaérea. Surge el proyecto Tritón. A diferencia
del proyecto americano basado en el AMRAAM, el Tritón incorporaría
guiado mediante un cable de fibra óptica, de forma que el operador
podría controlar todas las fases de vuelo del misil. Además, incluía una
guía infrarroja para guiado autónomo.
El proyecto fue cancelado en 2007, pero aportó innovaciones que serían
aprovechadas para otras iniciativas de defensa activa ante aeronaves
antisubmarinas. Disponía de un modo de búsqueda en trayectoria
helicoidal, explorando todo el horizonte, lo que permitía atacar
aeronaves enemigas aún sin tener datos precisos del blanco (lo que
normalmente ocurre si el submarino no tiene ningún mástil izado).
Además, utilizaba los contenedores de lanzamiento ya existentes para la
versión submarina del misil Exocet, lo que le proporcionaba la ventaja
adicional de romper la superficie a media milla de la posición del
submarino, evitando revelar su posición exacta.
En 2006 los americanos dan un nuevo impulso al proyecto SUBSAM, esta vez
con una versión del popular misil Sidewinder, también conocido como
ASRAAM. El desarrollo incorporaba innovaciones importantes: resolvía los
problemas derivados de lanzar desde una posición estática un misil
diseñado para ser lanzado a las altas velocidades de un avión de combate
y permitía su utilización desde los tubos de lanzamiento vertical de
los misiles Tomahawk mediante unas cápsulas desechables denominadas
SACS, diseñadas para adaptar cualquier tipo de misil a su utilización
desde submarinos.
Desarrollos actuales.
Lamentablemente, todos los proyectos anteriores apenas consiguieron
pasar de simples prototipos. Pero muchas de estas enseñanzas han sido
aplicadas en el desarrollo de la primera promesa de revolución en la
guerra submarina: el misil alemán IDAS.
Se trata de un desarrollo conjunto de las compañías alemanas HDW y
Dhiel, y de la noruega Kongsberg, basado en el misil aire-aire Iris-T y
sus nada desdeñables prestaciones: un alcance de 20 km, un techo de
20.000 metros y una velocidad de Mach 3. El IDAS es el sucesor natural
de las investigaciones del proyecto Tritón, y hereda muchas de sus
innovaciones. Dispone de un cableado redundante de fibra óptica que
permite al operador recibir señal de vídeo normal y de cámara
infrarroja, lo que además le permite atacar buques de pequeño porte y
objetivos en tierra. Utiliza su trayectoria helicoidal para explorar
todo el horizonte si no existen datos precisos del blanco. Y es capaz de
navegar en inmersión antes de romper la superficie, evitando delatar la
posición exacta del submarino.
Presenta, adicionalmente, otras mejoras. No necesita ser encapsulado,
sino que alcanza la superficie por sus propios medios. Los misiles se
almacenan en grupos de cuatro en contenedores de tamaño similar a un
DM2A4, lo que permite disponer de cuatro misiles ocupando un único tubo
de diámetro estándar. Algunas fuentes mencionan también la posibilidad
de alojar el arma en un mástil multifunción de la compañía alemana
Gabler, tal y como ocurría en los frustrados desarrollos de la Guerra
Fría. Además, el sistema ofrece al operador el control de todas las
fases del vuelo, permitiéndole seleccionar el blanco más amenazante de
entre todos los detectados, destruir el misil en vuelo o incluso elegir
el punto de impacto idóneo, si estamos atacando una unidad de
superficie. El sistema ha sido probado desde submarinos alemanes en 2008 y 2011.
Noruega y Turquía también han demostrado recientemente su interés por
dotar a sus submarinos de este misil.
Pruebas de lanzamiento del misil IDAS |
Por su parte, las compañías DCNS y MDBA han presentado un proyecto,
también derivado del Tritón. El sistema puede ser utilizado desde un
lanzador integrado en un mástil (mediante una adaptación del misil
tierra-aire Mistral) o utilizando las cápsulas de lanzamiento que usa la
versión submarina del Exocet para lanzar una modificación del misil
aire-aire Mica. Se trata de adaptar al entorno submarino misiles ya
existentes, por lo que el riesgo del proyecto se estima bajo.
Existen además otras alternativas en estudio, que incluyen, por ejemplo,
la integración en un mástil de un sistema de láser de alta energía como
el embarcado en el USS Ponce para hacer frente a la amenaza de drones y
pequeñas embarcaciones. El principal inconveniente de este sistema es
su alto consumo de energía, que sin embargo no supone un excesivo
problema para los submarinos con propulsión nuclear. El ya mencionado
mástil Triple-M de la empresa alemana Gabler ofrece otra interesante
alternativa: la instalación de un cañón Rheinmetall de 30mm que, alojado
en un mástil estanco, permite enfrentar aeronaves antisubmarinas a
corta distancia.
Un cambio en las reglas del juego en la guerra naval.
Hoy en día, las aeronaves antisubmarinas pueden permitirse investigar,
clasificar y atacar un contacto submarino sin sentir su seguridad
amenazada ni preocuparse de conceptos como la Stand-off Distance
(distancia máxima de acercamiento según el alcance de las armas
antiaéreas del enemigo). Aprovechan, además de esta invulnerabilidad,
las ventajas inherentes a sus plataformas: velocidad muy superior a la
de los buques escolta, sistemas de combate que integran una amplia
variedad de armas y sensores o la capacidad de barrer grandes áreas en
poco tiempo.
Las armas antiaéreas submarinas están llamadas a igualar este
desequilibrio. Obviamente, la discreción es la principal virtud de un
submarino, así que es poco probable que existan enfrentamientos directos
o provocados entre las aeronaves submarinas y sus objetivos. La evasión
seguirá siendo la primera opción. Pero si un submarino tiene la certeza
de haber sido detectado, si aprecia en su sonar las transmisiones
activas de sonoboyas o sónares calables que suelen preceder a un ataque,
podrá defenderse. Sin embargo, la principal ventaja que aportan estos
sistemas es otra: conseguir ejercer cierta disuasión, acabar frente a la
tranquila invulnerabilidad de las aeronaves de patrulla marítima que
las ha convertido en el arma más eficaz contra la amenaza submarina.
Estos sistemas son especialmente necesarios en submarinos de propulsión
no nuclear, dado que su dependencia, en mayor o menor medida, de
realizar snorkel en cota periscópica periódicamente y su menor velocidad
de evasión les convierte en presas más fáciles. Tal es el caso del
S-80, el futuro submarino español, una plataforma que será uno de los
pilares estratégicos de la defensa española de las próximas décadas y
que podría incorporar opciones antiaéreas como el misil IDAS -que además
utiliza contenedores de similares características al torpedo alemán
DM2A4, arma que ya está previsto utilizar a bordo de la nueva serie de
submarinos- para aumentar exponencialmente sus posibilidades de
supervivencia ante una acción antisubmarina enemiga.
Misil IDAS |
Por otro lado, el progresivo desplazamiento de la guerra naval hacia el
litoral, donde las sondas son, por regla general, menores y por tanto se
hace más difícil evadirse utilizando medidas pasivas (como la variación
de cota), hace patente la necesidad de dotar a los submarinos de un
sistema de defensa antiaérea como los que se han expuesto en los últimos
párrafos de este artículo.
Por supuesto, la guerra es un juego de evolución, de supervivencia de
los más adaptados. Ante la emergencia de amenazas a la invulnerabilidad
de las aeronaves antisubmarinas surgen desarrollos como el P-8 Poseidón
americano, actualmente en servicio en los Estados Unidos y la India, y
que probablemente reemplazará a la flota estadounidense de aviones P-3
Orión. Esta aeronave es capaz de lanzar sonoboyas guiadas por GPS en
alturas superiores al techo operativo de los misiles en desarrollo.
Incluso se están desarrollando pequeños planeadores no tripulados para
transportar torpedos desde grandes alturas de lanzamiento hasta la
vertical del submarino amenaza, evitando así que la aeronave de patrulla
marítima tenga que entrar en la Stand-off Distance.
El HAASW, destinado a acercar los torpedos lanzados desde 20.000 pies a la superficie del mar. |
Pero abierto el camino para dotar a los submarinos de misiles
antiaéreos, los nuevos retos presentados por la amenaza aérea –como en
el caso del P-8 Poseidón- no tardarán en encontrar desarrollos de armas
más capaces que intentarán desestabilizar el equilibrio que pronto
existirá entre aeronaves y submarinos. (Jesús.R.G.)
Fuente: http://www.elsnorkel.com/
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