Nano-satélite al servicio de soldados en zonas sin comunicaciones.

El Dr. Travis muestra un contenedor de óxido nítrico con el propelente que sitúa al satélite en órbita después de abandonar la nave nodriza. Detrás se puede ver al satélite de imágenes y a la derecha el de datos y voz.

Las pequeñas unidades del Ejército  desplegadas en áreas remotas que carezcan de cobertura de comunicaciones, pronto podrán comunicarse por voz, datos e incluso visualmente, a través de un nano-satélite, según el Dr. Travis Taylor, que informa además de que algunas de las tecnologías necesarias ya se han probado. Taylor es el científico principal de la Space Division, U.S. Army Space and Missile Defense Command – Tech Center (SMDC), del Redstone Arsenal de Alabama. En muchas áreas remotas, en las que hoy operan las tropas de EEUU, no existe cobertura radio más allá de la vista con lo que, a veces, los pequeños destacamentos quedan aislados incluso del puesto de mando de su brigada. Para hacer frente a esta carencia de cobertura, el Ejército ha desarrollado el nano-satélite SMDC-ONE (Orbital Nanosatellite Effect ).  

“Es como si  tuviéramos en el espacio una antena clásica de teléfonos móviles, pero para uso por las radios del Ejército”, contó Taylor. SMDC-ONE es una demostración tecnológica,  dijo, añadiendo que ya se probado uno con éxito. En estos momentos está en el espacio funcionando. Tres más estaban programados para lanzarlos el año pasado y un número indeterminado éste. “Somos optimistas porque nos encontramos en un punto del proceso, en el que la tecnología ya está probada y en el que se desea disponer de esa capacidad, en un periodo quizás de tres a cinco años a partir de ahora”, dijo Taylor. Añadió Taylor que “si pusiéramos de cinco a doce de estos pequeños satélites en órbita, cubriríamos la mayor parte de las áreas en las que los soldados están operando, proporcionándoles comunicaciones permanentes y en tiempo real”. Una vez que se ha demostrado que se puede hacer, es el momento de comenzar a desplegar una “constelación real” de ellos, para que los combatientes los pueden emplear.

¿Qué pasa si un soldado no sólo quiere comunicar, sino que quiere ver si hay una amenaza o algo de interés al otro lado de la colina o en otro lado de una ciudad? Preguntó Taylor retóricamente. La respuesta es un satélite de observación varias veces mayor que SMDC-ONE, pero que todavía se considera nano, dijo. Este nano-satélite, que aún no tiene nombre, estaba previsto que se probara en febrero de este año 2016, pero aún no se conocen los resultados de la prueba. El satélite de observación producirá una resolución en tierra de dos a tres metros. Eso es suficiente para que un soldado diferencie entre un tanque y un camión o, si hay humo en una zona urbana, saber de qué edificio sale. “Se trata de una capacidad que el Ejército no tiene en este momento”. Una vez que la tecnología se haya demostrado con éxito, será necesario establecer el proceso de cómo debe funcionar y capacitar a los soldados.

“El primer paso es probar que podemos obtener datos y el siguiente cómo difundirlos”, dijo. Taylor puso un ejemplo: un jefe de pelotón necesita pedir a la brigada una imagen de más allá de la siguiente colina, entonces alguien a nivel de brigada tendría que establecer prioridades, porque el satélite sólo puede procesar una imagen por minuto. Posteriormente, esa imagen tendría que llegarle al soldado pero los detalles de cómo tiene que funcionar esto aún están poco claros. En cuanto al lanzamiento y colocación en el espacio, ya se ha probado la tecnología, dijo. El mayor reto es conseguir situarlos en una órbita terrestre baja. Hasta ahora la mayoría se puso en órbita como parte de una carga útil más grande de una nave espacial que actúa como nodriza. Uno de los problemas es que no se les puede poner motor de cohete para modificar sus órbitas, ya que se considera demasiado peligroso para la nave nodriza y para las otras cargas útiles, añadió, lo que significa que inadvertidamente podrían explotar. 

Por lo tanto, cuando la nave nodriza deja sus cargas útiles, el satélite podría no estar en una posición óptima en el espacio, ya que la nave nodriza no puede zigzaguear para dejar a cada carga útil en diferentes lugares donde se ubican sus órbitas óptimas. “Por lo tanto, hemos desarrollado una solución inteligente para eso”, dijo Taylor, que tenía en la mano un recipiente de plástico con el tamaño y la forma de un bote de pastillas. “Se trata de un motor de cohete real, hecho con una impresora de plástico”, explicó. “En el interior se sitúa el óxido nítrico líquido y un iniciador, de modo que el óxido nítrico entra en combustión con el plástico cuando se dispara el mecanismo productor de chispa”. “Ese es el combustible del cohete. Por lo que tenemos un muy buen motor de cohete.” Estos satélites son muy baratos, dijo, añadiendo que el mayor coste es el lanzamiento. (Jesús.R.G.)


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