El retraso del ‘S-80’ no daña la exportación de Navantia.

 
El retraso de la primera entrega del submarino S-80 a la Armada española no afectará a la campaña de exportación. Según explican fuentes conocedoras del proceso a el Economista, aunque se diese el peor escenario de una demora de dos años en el programa se llegaría a tiempo para pujar por dos licitaciones que necesitarían un submarino de estas características y en las que Navantia está ya precalificada. Y el contrato más suculento en este terreno llega de Australia. La Armada aussie estudia la compra de una docena de submarinos, aunque el número de aparatos depende del tamaño que elija, ya que podría optar por una embarcación similar al S-80 o más grande. Si elige esta última opción, Navantia no tendría ningún problema en diseñar un nuevo submarino XXL, como ya publicó este periódico. En principio, este programa se ha retrasado y no comenzará la licitación antes de 2017, añaden las mismas fuentes, con el objetivo de tener la primera entrega en 2025.
 
 
Con este calendario, a Navantia le daría tiempo a entregar su primera unidad a las Fuerzas Armadas españolas antes de que comenzara el proceso, lo que supondría dar un empujón definitivo al S-80 frente a sus competidores, ya que se podrían comprobar las habilidades del aparato in situ. En el caso de Noruega, que también quiere renovar su flota de submarinos, el proceso también está algo paralizado porque la Armada del país escandinavo debe de decidir si remoza la flota que ya tiene o si, por el contrario, compra nuevas unidades (podría necesitar hasta cuatro). Ambas opciones tampoco se decidirán antes de 2017, por lo que el retraso del S-80 tampoco perjudica esta campaña de exportación. Las 16 unidades que necesitan ambas armadas podrían suponer un mercado potencial para Navantia de 6.400 millones. Pero hasta que llegue ese momento, la Armada española trabaja codo con codo con Electric Boats, una filial de General Dynamics con la que tiene desde hace años un contrato de asesoramiento y consultoría. Sobre el papel, el S-80 tiene más peso del necesario, por lo que habría que realizar un rediseño para hacerlo más grande o para reducir el peso extra.

La demora del proyecto uno o dos años beneficia a las arcas del Estado
Aunque el Gobierno nunca lo reconocería en público, la demora de la entrega del primer S-80 a la Armada beneficia a las arcas del Estado. Según explican fuentes conocedoras del proceso, hasta que no reciba la primera unidad el pago de este submarino no computa como déficit. Por tanto, se retrasaría uno o dos años un elevado importe, que se sumará a la ya maltrecha contabilidad nacional. Si se tiene en cuenta que el programa tiene un coste total de 2.100 millones, el primer prototipo podría suponer un desembolso de más de 500 millones, importe que debería de computar como déficit en el momento de la entrega.

Un portavoz oficial de Defensa preguntado por el retraso del programa S-80 explica que el Ministerio no hará comentarios hasta que haya un diagnóstico claro del problema del submarino, de su solución y de cómo afecta al calendario del programa. Desde el sector se asegura que estos retrasos son normales en programas de lanzamiento, como ya ocurre en otros negocios, como el aeronáutico.
 

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