La compañía estadounidense Raytheon firmó un contrato por
636 millones de dólares con Boeing, el contratista principal del Pentágono en
el ambicioso proyecto del Interceptor basado en tierra. Según el contrato, Raytheon se encargará de terminar el
vehículo exo-atmosférico (EKV, por sus siglas en inglés), el componente
interceptor del sistema. El objetivo de la
GBI (Interceptor basado en tierra GBI, por sus siglas en
inglés) es interceptar misiles balísticos intercontinentales enemigos que
vuelen a velocidades hipersónicas fuera de la atmósfera de la Tierra y destruirlos por
fuerza cinética, es decir por un impacto directo. No hay ningún arma o elemento
explosivo en la EKV. La
velocidad de impacto es tan alta (10 km/s) que el interceptor no necesita ojiva
para destruir el blanco.
El EKV es lanzando por un cohete del sistema GBI. El cohete
y el combustible del propio EKV no sirven para acelerarlo sino para corregir su
trayectoria. Estando en trayectoria de
interceptación, el EKV se separa de su portador (misil de GBI) y en modo
autónomo colisiona con el objetivo. Para conseguir esta autonomía, el EKV dispone de un sensor infrarrojo, usado para detectar
y discriminar ojivas de los señuelos y otros objetos. El EKV tiene su propia
propulsión, enlace de comunicación, los algoritmos de discriminación, sistemas
de orientación y de control, así como computadoras que ayudan a seleccionar e
interceptar los objetivos. El EKV se alimenta continuamente con la información
más reciente del centro de control.
El Raytheon EKV no es grande, pesa tan solo unos 64 kilos.
Mide unos 1,4 metros
de largo y 0,6 metros
de diámetro pero destaca su velocidad, que le proporciona enorme fuerza
cinética para destruir los blancos: 10 kilómetros por
segundo.
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