Corea del Norte corta la línea de comunicación militar con el Sur.


Soldados del Ejército norcoreano participan en un simulacro militar en una imagen cedida por la agencia norcoreana de noticias. 

Los ejercicios de retórica, las amenazas y las medidas de represalia norcoreanas se suceden sin parar. Un día después de ordenar a su artillería y unidades de misiles colocarse “en posición de combate” y estar listas para atacar las bases de Estados Unidos en las islas de Hawái, Guam y el continente, Pyongyang ha tensado un poco más la cuerda. El régimen de Kim Jong-un ha asegurado este miércoles que ha cortado ‘la línea roja’ de comunicación militar con Seúl, que permite a los trabajadores surcoreanos cruzar la frontera para trabajar en Kaesong, un complejo industrial situado en el Norte, que emplea en su mayoría a trabajadores de este país aunque es operado con tecnología y dinero del Sur. “En la situación actual, en que la guerra puede estallar en cualquier momento, no hay necesidad de mantener las comunicaciones militares norte-sur”, ha asegurado un portavoz militar, según la agencia oficial norcoreana KCNA.

La medida amenaza la continuidad del último símbolo grande de cooperación entre los dos países, en un momento en que la tensión en la península coreana se encuentra en uno de los niveles más altos de los últimos años. Pero Kaesong, donde 123 empresas surcoreanas emplean a más de 50.000 trabajadores del Norte, supone una importante fuente de ingreso de divisas, por lo que Pyongyang tendrá cuidado de no tirar piedras contra su propio tejado. En marzo de 2009, cortó también la línea de comunicación militar y 80 surcoreanos se quedaron aislados en Kaesong durante un día. Los movimientos transfronterizos fueron reanudados tras negociaciones entre ambas partes, pero la ‘línea roja’ permaneció fuera de servicio durante una semana. No fue reconectada hasta que finalizaron las maniobras militares conjuntas que Corea del Sur y Estados Unidos llevan a cabo cada año. Más de 900 trabajadores surcoreanos se encontraban hoy en Kaesong, según ha asegurado Seúl, informa Associated Press.

Pyongyang interrumpió recientemente otras líneas de conexión con el Sur y el centro de mando de Naciones Unidas -liderado por Estados Unidos- en Corea del Sur, aunque aún mantiene activa la comunicación entre las administraciones de aviación de las dos Coreas. El Norte está furioso por las maniobras militares que Corea del Sur y Estados Unidos llevan a cabo en este momento en la zona y las sanciones de la ONU impuestas por el ensayo atómico que realizó el 12 de febrero pasado. En respuesta, ha desatado un torrente de amenazas –incluida su intención de llevar a cabo ataques nucleares preventivos contra Corea del Sur y Estados Unidos- y ha declarado rotos el armisticio que puso fin a la guerra de Corea y todos los demás pactos de no agresión con el Sur. El conflicto de Corea (1950-1953) terminó con un alto el fuego que nunca se convirtió en tratado de paz definitivo. Los expertos creen que Pyongyang está incrementando la tensión para forzar una posición ventajosa en unas futuras negociaciones. La agencia oficial norcoreana KCNA ha informado también de que el Politburó del Comité Central del Partido de los Trabajadores celebrará una reunión del plenario en los próximos días para “discutir y decidir un asunto importante que hará avanzar de forma victoriosa la revolución coreana”. 

Pyongyang ha atacado a la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, a la que ha acusado de calumnia y provocación, después de que esta advirtiera al Norte en un discurso de que si no abandona su programa de armas nucleares el régimen acabará desmoronándose. Una nueva muestra de la tensión entre los dos países es el incidente que se ha producido esta madrugada en la zona noreste de la frontera común. Un soldado surcoreano de guardia ha arrojado una granada contra un objeto que se movía en la oscuridad, lo que ha disparado durante varias horas la alarma. Una búsqueda realizada posteriormente ha revelado que no se había producido ninguna infiltración desde el Norte, según ha informado el Gobierno de Seúl. A pesar del incremento de las amenazas y la retórica, pocos creen que Corea del Norte se arriesgue a un conflicto abierto porque sería un suicidio; pero sí podría producirse algún incidente armado, con víctimas mortales, como los ocurridos en los últimos años. Washington ha advertido a Pyongyang que el Ejército estadounidense está preparado para responder a “cualquier contingencia”, mientras Japón, que acoge varias bases americanas, ha dicho que está “en alerta total”.

Fuente: http://internacional.elpais.com/ 

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