EEUU cree que Al-Qaeda está al borde del colapso, según el Washington Post.

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EEUU cree que la muerte de Osama Bin Landen y los siete años de ataques con aviones no tripulados de la CIA han llevado a la organización terrorista Al-Qaeda al borde del colapso, informó el Washington Post.

El diario, que cita altos funcionarios de la lucha antiterrorista, señala que las agencias estadounidense han registrado una disminución de los ataques, "un resultado", afirma el periódico, "que fue visto como una posibilidad remota durante gran parte de la última década".

La muerte de Bin Laden fue un "punto de inflexión", según los funcionarios, en parte porque se mantuvo activo en la gestión de la red y en mantenerla enfocada en ataques contra Estados Unidos, así como por su "carisma", que fue "clave" para que Al-Qaeda proliferara con células en el extranjero. En este sentido, advierten de que Al-Qaeda todavía podría resurgir y que incluso su desaparición no pondría fin a la amenaza terrorista, ya que algunos grupos afiliados, como la rama de Al-Qaeda en Yemen, se han radicalizado y EEUU las ha identificado como una de las nuevas amenazas a tener en cuenta.

En gran parte debido a la muerte de Bin Laden, "podemos ver el final de al-Qaeda como la yihad unida, global y sin fronteras", dijo uno de los funcionarios, que habló bajo condición de anonimato, "lo que no quiere decir", añadió, "que sea el fin de los terroristas y los ataques dirigidos a los estadounidenses". En cuanto al impacto que han tenido los aviones no tripulados en la frontera entre Pakistán y Afganistán, según datos de New America Foundation que cita el diario, los aparatos han acabado con 1.200 militantes desde 2004, incluidos 224 en lo que va de año.

"Hemos eliminado a un gran número de nuevas generaciones de líderes", señaló el funcionario, quien destacó que Al-Qaeda no ha llevado a cabo una operación "exitosa" en mucho tiempo. Bin Laden murió el pasado mayo durante una operación de comandos especiales estadounidenses, que asaltaron la residencia en la que se ocultaba, en la localidad de Abbottabad, en las afueras de Islamabad (Pakistán).

El paradero del líder de Al Qaeda fue una gran incógnita para EEUU, que desde los ataques terroristas del 11S centró su búsqueda en la frontera entre Afganistán y Pakistán.

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