Guerra litoral sus buques y sus medios.


Al sobrevenir el fin de la Guerra Fría y la caída de la otrora poderosa URSS, las estrategias y tácticas navales o marítimas al uso sufrieron cambios de cierta importancia, pues las anti-SLOC (Sea Line of Communications) que se habían considerado inmutables hasta aquel momento, cambiaron de la noche a la mañana al desaparecer el poderío submarino ruso y la prevista guerra al tráfico naval en la clásica lucha por el dominio positivo/negativo del mar, como acaeció durante las dos guerras mundiales.

En cierto modo, cabría maliciar que, al descomponerse el equilibrio bipolar (bloque occidental vs bloque oriental) y quedar poco menos que reducido a uno exclusivamente unipolar (bloque occidental, con un único gallo en el corral, Estados Unidos), toda posible guerra va a quedar reducida a las operaciones strike (ataque de castigo de áreas un tanto lejanas o no). Y en cuanto a lo de multipolar, de la que también se habla, en los momentos actuales más bien debería pensarse en operaciones de castigo realizadas por el gallo del corral contra las gallinas que osen plantarle cara.

Las operaciones Dessert Storm y Dessert Shield contra Irak vinieron a ser la demostración palpable de todo ello. Algo menos la Enduring Freedom y la posterior guerra en Afganistán, que ya veremos cómo y de qué modo la hacen acabar… si es que llegan a hacerlo. 

Y eso en el caso que no se produzca una desbandada general de los países europeos, puesto que mantener un esfuerzo de guerra de tal calibre parece un contrasentido cuando se están arbitrando unos feroces y generalizados recortes del gasto público. Y por si todo ello aún fuera poco, los propios militares norteamericanos han tomado una cierta postura contestataria que, de momento, ya ha comportado que el mando supremo hasta ahora fuera cesado de modo fulminante.


De cualquier modo, hay que recordar aquella frase de Mafalda: Una pulga no puede hacer descarrilar un tren, pero sí puede dejar al maquinista lleno de ronchas. Y la constante expansión de las ideas y países islámicos –o de los practicantes de aquella religión– muy bien pueden acabar siendo las ronchas y el maquinista de los Estados Unidos o de la Unión Europea, a poco que se descuide. Porque sabido es que, a veces, resulta más fácil –o factible, o viable– matar un elefante que a una pulga.


El problema de “cero bajas” 

La opinión pública mundial, y más particularmente la de los Estados Unidos, se vio muy desagradablemente sorprendida por la gran cantidad de bajas a raíz de las diversas guerras y escaramuzas del último cuarto del Siglo XX. Y a ello se sumó la espectacularidad de las repatriaciones de las bajas traídas a bordo de aviones, con los féretros desembarcando bajo la bandera de las barras y estrellas o alguna otra de los países que las sufrieron. Y, encima, puntual y fielmente reflejado y retransmitido por todos los medios.

Todo ello comportó una opinión pública desfavorable, no a la guerra en sí, que también, si no en particular al espectáculo de los muertos repatriados. Y no sólo por los propios muertos, también por las consecuencias políticas de todo tipo que podían comportar hacia los partidos felizmente reinantes. De ahí el recurrir frecuentemente a los llamados body bags, o bolsas de cuerpos, en la práctica un saco de plástico opaco con cremallera en el que se encierra al muerto, que así suele pasar mucho más desapercibido.

Además, al avizorarse que las posibles futuras operaciones iban a ser más bien de orden anfibio y contra escenarios costeros, que no batallas navales clásicas, en las que el papel principal iban a tenerlo tropas terrestres –o anfibias– con el apoyo de ataques de precisión y apoyo aéreo o misilístico, ha relegado a un papel menos protagonista a los grandes buques de combate, ya que se prevé que será más el de la protección de las tropas una vez en territorio hostil, que no el puro combate naval. Y de un modo casi del todo preferente saturar el espacio adversario con misiles diversos, así como bombas emisoras de radiaciones de muy alta frecuencia que destruirán por sí mismas los sensores enemigos.

A ello cabe sumarse el desarrollo de artilugios no tripulados, así como un nuevo tipo de naves en las que la dotación es mínima, el armamento muy notable y, por si todo ello fuese aún poco, preparadas para ser dirigidas a distancia desde satélites y artefactos semejantes, con lo que, si no hay combatientes en primera línea, o éstos son mínimos, el problema de las bajas propias se reduce de modo casi total. Y en cuanto al de las ajenas… con ignorarlas se pone punto final al problema.

Eso si no se da la situación, siempre posible, del uso masivo de mercenarios y sus compañías privadas de seguridad, con lo cual el problema de los muertos y heridos se traspasa a otra organización, quedando la responsabilidad de los gobiernos involucrados cubierta de modo total y absoluto, ya que estas empresas operan en una especie de limbo legal.
De cualquier modo está apareciendo un nuevo tipo de soldado, cuya tarea no es la de ir pegando tiros, cañonazos, ni lidiar con un pesado equipo en el que cuenta con todo tipo de truculencias jamesbondianas y armas de la máxima sofisticación. 

La moderna tecnología militar está diseñando el perfil del joven hábil con los videojuegos y la consola, posiblemente salido de Berkeley, con melena, un arillo en la nariz y a lo mejor varios piercings, cuya misión será pilotar un UAV, capaz de neutralizar por ejemplo– a un líder de Al Qaeda mediante un misil lanzado desde un Predator u otro artilugio similar, cuya ubicación acaba de saberse gracias a una indiscreta llamada desde un móvil, mediante una emisión que ha captado un satélite espía, la cual se ha pasado de inmediato al centro de control y de éste al piloto del UAV, acabando el problema con el lanzamiento de un misil que impacta en la casa del cabecilla en cuestión, solucionando el problema de modo casi totalmente aséptico y rápido. Y eso no es fantasía toda vez que ya ha sucedido.

Uno de los gurús de la robótica militar, Peter W. Singer, predice que estos nuevos militares van a ser guerreros de cubículo, puesto que realizarán su particular guerra desde una oscura oficina situada a centenares o miles de kilómetros de los blancos, o desde uno de los nuevos buques preparados para ser dirigidos vía satélite, accionados de modo completo y total por un operador que va a ser poco menos que un niñato recién salido del colegio, instituto o universidad, aunque, eso sí, todo un experto en las guerras que se libran con teclados y pantallas. 

Por el momento se previó que en el pasado 2010 la USAF formaría un número mucho mayor de pilotos y operadores de UAV que de pilotos convencionales. Además, el tiempo, la dificultad de formación y los costos consiguientes de todo ello resultan muchísimo menores y a cambio de una efectividad militar comparable y en ocasiones incluso superior.

Los LCS


El concepto del LCS apareció de la mano del secretario de Marina Gordon R. England, quién propuso un buque pequeño, rápido, maniobrable y con un costo relativamente bajo, de la familia de los DD(X).

Pero dado que la denominación de DD(X) es asimismo la utilizada para los Zumwalt DDG 1000 y éstos, a su vez, son los más directos descendientes del SC-21 y del llamado Arsenal, la cosa no sólo no queda demasiado clara, si no que incluso se oscurece. Los LCS de primera generación van a ser buques de arquitectura modular abierta, susceptibles de adoptar configuraciones muy diversas, tales como ASW, guerra de minas; ASuW, inteligencia, vigilancia y reconocimiento, defensa del área metropolitana, interceptación marítima, operaciones especiales y anfibias y, a la vez, capacidad logística.

Por sus propias necesidades, estos buques deberán ser capaces de alterar de un modo rápido y drástico su configuración, aunque la variedad de misiones para las que están proyectados permite –casi obliga– a albergar algún que otro escepticismo al respecto. Se proyectaron dos modelos totalmente distintos, un monocasco de líneas de semiplaneo y alta velocidad, con casco de acero y superestructuras de aluminio; y un trimarán de espectaculares formas y prestaciones construido en aluminio Los prototipos fueron los LCS-1 Freedom y LCS-2 Independence, a los que siguen sendos gemelos (LCS-3 Fort Worth y LCS-4 Coronado), cuya entrada en servicio está programada para 2013.

El LCS-1 fue comisionado el 8 de noviembre de 2008 en Milwaukee (Wisconsin) y es, dentro de su novedad, el más tradicional de los dos tipos, con casco de semiplaneo totalmente en acero, y con el puente en estructura de aluminio. El LCS-2 es de proyecto y apariencia mucho más revolucionario que el otro: un trimarán de proyecto australiano (Austal/Henderson), muy similar al Benchijigua Express de Fred Olsen, que cubre varias rutas en el archipiélago canario. Para su construcción se constituyó una de las habituales empresas conjuntas entre Austal USA y Mobile y se entregó el 16 de enero de 2010 en Mobile (Alabama).

El casco central del LCS-2, con 127,4 m. de eslora, es el principal y tiene un calado casi doble (3,96 m.) que el de los cascos laterales, cuya eslora es del orden del 50 por ciento del principal. Dispone de cuatro aletas estabilizadoras en la obra viva del principal y, por su gran manga (31,6 m.), posee una cubierta de 1.030 m2., capaz de operar con dos helicópteros SH-60 Seahwk o un CH-53 Sea Stallion, más una buena cantidad de UAV de diversos tipos. Posee suficiente superficie y reserva de peso para utilizar un V-22 Osprey y sus líneas de casco le permiten navegar en mares de hasta fuerza 5. Dispone de una capacidad de carga de 11 mil m3., con lo que se pueden realizar diversas misiones sin necesidad de reconfigurar parte alguna del buque. 

El volumen interior disponible es mayor que el de los más modernos destructores, permitiéndole actuar como plataforma de maniobra y de transporte rápido, disponiendo de una cubierta-hangar interior bajo la principal de 1.410 m2. en el tercio popel que abarca de banda a banda. A popa, el casco dispone de tres medios de botado para RIB: uno a crujía (con rampa) y dos pescantes automáticos en ambas aletas, éstos protegidos por sendas compuertas que los encierran dentro del casco cuando no son necesarios.

En principio se pensó en un alto número de unidades, pero, al comprobarse que los costos de estos buques comenzaban a dispararse, se recortó de un modo un tanto drástico y, con ello, la cantidad de contratistas apeándose de la lista de Lockheed Martin por dicho motivo. Y es que los costos de estos buques menores se ha disparado en razón de la multiplicidad de misiones que se les ha ido añadiendo. Por último, digamos que en el principal anuario del ramo (Jane’s Fighting Ships) los LCS están dentro del apartado de fragatas, por lo que no sería nada raro ver que en otros países se les denomina como tales sin más. 

Y al decir eso pensamos particularmente en las nuevas Aquitaine galas, un tipo de buque que despierta también gran interés y sobre el que convendrá fijar la vista, pues va a ser –parece– algo sumamente jugoso. Asimismo los nuevos BAM españoles también podrían encajar dentro de ese concepto.
  
USS “Elmo Zumwalt” DDG-1000 


Otro buque que, aún cuando no sea calificado explícitamente de Littoral Combat Ship, entra dentro de las directrices buscadas, es la nueva clase de destructores DDG-1000 Elmo R. Zumwalt. Ha acabado por ser el colofón de la unión de diversos proyectos, algunos desechados, que han ido variando a lo largo de su vida. 

Es descendiente directo de los DD(X) (2002), DD-21/SC-21 (1998) y, antes aún, en 1990, Arsenal. Desde la crisis de 1990 entre Irak y Kuwait, la Armada norteamericana vio con gran agrado la idea de un navío pesado de superficie, capaz de lanzar una gran cantidad de mísiles de ataque a tierra, con objeto de quitar todo posible deseo de amedrentar a nadie. De hecho la idea base es disponer de un buque tipo destructor polivalente, con un gran énfasis al ataque a tierra mediante misiles o artillería, aunque llamarlo así, a uno que hace años hubiera sido un crucero pesado por su desplazamiento, no deje de resultar algo osado.

Debido a su posibilidad de ser radiodirigido desde un satélite, se previó que la dotación fuera muy reducida (aunque 142 personas no parezcan una cifra muy baja) y que su armamento sería misilístico, 80 en lanzadores verticales VLS (Vertical Launcher System), ubicados alrededor del casco en silos paralelos a las bandas/aletas/castillo, y dos cañones de 155 mm de proyectiles de ataque a tierra de largo alcance. Las últimas noticias indican que también estará provisto con dos cañones de 57 mm. para defensa inmediata y que, asimismo, dispondrá de torpedos antibuque y antisubmarinos. Los dos de 155 serán de un tipo muy nuevo, con gran longitud de ánima, lo que obliga a utilizar un tipo de montaje de soporte integral para evitar deformaciones de las cañas.

El proyecto estuvo en un tris de abandonarse debido a sus altos costos, del orden de 500 millones de dólares por unidad. Finalmente se salvaron de la quema el prototipo y una pareja más, cancelándose una cantidad que, por no haber sido definida anteriormente con precisión, es difícil de valorar, pero se llegó a hablar de cifras de entre una y cuatro docenas, pero acabó imponiéndose la realidad y los soñadores bajaron de las nubes.

Con este buque volverán a aparecer ciertas peculiaridades de arquitectura naval que ya se creían obsoletas, tales son el tumble-home o recogimiento de costado (cubierta de menor manga que la flotación y bandas curvadas, que estuvo muy de moda en los pre Dreadnought franceses de últimos del siglo XIX) y el espolón a proa, aunque en este caso no va a ser un ariete con el que abordar al contrario, sino una peculiaridad de las formas de casco del tipo wave-piercing (perforador de olas). 

La propulsión es del tipo IPS(12), con dos turbogeneradores y dos auxiliares. Dos motores eléctricos, y dos hélices, con una potencia total de 78 mW. Como podemos apreciar, será uno de los varios buques AES (All Electric Ship) que se están alistando junto al Juan Carlos I español, aunque no tengan nada que ver unos y otro.

Conclusión 

Por el momento un momento de una década salvo retrasos– estos buques van a ser lo más in de la Navy yanqui. Pero hay que tener en cuenta que actualmente sus tropas luchan en Iraq y Afganistán, por lo que todo cambio de escenario que suceda va a comportar posibles cambios también en los proyectos, por lo menos en el Zumwalt, cuya entrada en servicio se prevé para 2014.

Por otra parte, los altísimos costos de buques tan sofisticados, a la vez que la mayor disponibilidad de UAV, así como nuevos modelos más modernos, con unas prestaciones mucho mayores, es posible que hagan recapacitar a los altos mandos de la Navy y éstos acaben llegando a la conclusión que con media docena de aviones sin piloto bien dotados, dirigidos desde una base en un lugar remoto, pueda hacerse similar trabajo, pero con unos costos mucho menores y asimismo sensiblemente menores riesgos personales. Eso en el caso que no dispongan de nuevos satélites –que hay quién dice que ya están ahí arriba– dotados con todo tipo de armamento, en cuyo caso bastaría con una docena de ellos para tener acogotado a todo aquel que osara moverse sin autorización previa.

O sea, que aquella célebre obra de Zum Kriege (De la guerra) del famoso Von Klausewitz, que hasta ahora ha sido algo así como el libro rojo de Mao para todos los militares, es posible devenga en una antigualla, toda vez que él desconocía los satélites, los UAV y toda la panoplia actual de armas, a cual más sofisticada, si bien, a pesar de todo, el fallo sigue produciéndose y siguen pagando el pato o siendo neutralizados a misilazos pobres e indefensos civiles, que sólo y simplemente pasaban por allí.


Cuestión de conceptos

La necesidad de verter a un lenguaje políticamente correcto lo que se ha venido diciendo de forma clara y sencilla, si bien de forma políticamente incorrecto, a la vez que se producían ciertos cambios en las estrategias y tácticas más o menos convencionales, ha comportado en los últimos años la aparición de conceptos un tanto esotéricos cuyos significados precisos a menudo se escapan, no ya a los no iniciados, si no incluso a los entendidos.


Es el caso de, por poner algún ejemplo puntual, daños colaterales, fuego amigo, redespliegue, amenaza asimétrica, técnica avanzada de interrogatorio, etc.; o, como en este caso se trata, guerra litoral y seguridad marítima, hasta el extremo de haber propiciado la aparición de nuevos tipos de buques que han sido concebidos de modo especial para ellas.

En el caso de la guerra litoral, conviene realizar una precisión previa, toda vez que cuando se habla de litoral, al contrario de lo que cabría considerar lógico, además del propio también se refiere al ajeno. Nos ha parecido oportuno hacer esta puntualización, dado que existe una cierta ambigüedad generalizada al respecto.


Asimismo, también creemos preciso puntualizar lo que se entiende por litoral, ya que el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua) llama litoral a la orilla o costa del mar, cuando los buques LCS (Littoral Combat Ship) van a actuar un tanto adentrados en las aguas adversarias y con una buena probabilidad de luchar en un margen de distancias del orden de hasta 400 millas (742 km.) o más de sus costas, así como algunas decenas o centenares de km. adentro de la propia faja costera terrestre.

En el caso de seguridad marítima, la ambigüedad resulta aún mayor, pues puede referirse tanto a las rutas de navegación, como a las actividades contra piratas, la guerra antisubmarina ASW (Anti-Submarine Warfare), la antiaérea AAW (Anti-Aircraft Warfare) o, incluso la llamada antibuque de superficie ASuW (Anti-Surface Warfare); y, por supuestísimo, al terrorismo y otros fenómenos similares. Actualmente, una vez acaecidos los hechos de los convoyes de avituallamiento marítimos a Gaza (mayo 2010), acaso podamos considerar en cierto modo aquella operación como una de las posibles versiones de seguridad marítima o guerra litoral.

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