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Israel destruirá las baterías antiaéreas sirias si vuelven a disparar contra sus cazas.

Tras el cruce de misiles entre Siria e Israel, llega el de las amenazas que calientan aún más la tensa situación entre dos países que protagonizaron su último gran enfrentamiento directo en la guerra de 1973. En la madrugada del viernes, Israel empleó por primera vez el sofisticado sistema defensivo “Jetz” (“Arrow” o “Flecha”) para interceptar uno de los misiles SA-5 disparados por el Ejército sirio contra cazas israelíes que habían atacado arsenal sofisticado en el centro de Siria supuestamente destinado a la milicia libanesa Hizbulá. Según diversas fuentes, el envío a este grupo proiraní en el Líbano contenía “misiles de largo alcance“. Siria indicó que derribó un avión israelí. Israel lo niega.

Después de que el régimen sirio advirtiera con “responder de forma directa”, prometiendo que no permitirán más ataques aéreos israelíes en su territorio y Hizbulá anunciara una represalia, este domingo ha llegado el turno de Israel. “Si el Tsáhal (Ejército de Defensa de Israel, en hebreo) actúa es porque hay un verdadero motivo. No tenemos interés alguno en intervenir en la guerra civil en Siria ni a favor ni en contra de Asad. Nuestro principal problema es la transferencia de arsenal avanzado de Siria al Líbano”, ha señalado el ministro de Defensa Avigdor Lieberman. Y advierte: “Cada vez que lo detectemos, actuaremos para evitar la transferencia de este arsenal que cambia las reglas de juego. Si la próxima vez el sistema aéreo sirio actúa contra nuestros aviones, lo destruiremos sin dudarlo dos veces. La seguridad de Israel está por encima de todo”. “Los sirios deben entender que son los responsables del contrabando de armas de su territorio a Hizbulá y si siguen haciéndolo, nosotros haremos lo que debemos hacer”, añadió en un mensaje que reitera lo que Israel considera su gran amenaza: el triángulo formado por Asad-Hizbulá y sobre todo Irán.

Papel de Rusia
Lieberman también se ha referido a Rusia que juega un papel crucial ya que por un lado protege al régimen de Bashar Asad y por otro mantiene excelentes relaciones con Israel. Después que el ministerio ruso de Exteriores llamara al embajador israelí en Moscú, Gary Koren, para pedirle aclaraciones sobre el ataque realizado en una zona con presencia militar rusa, Lieberman ha declarado que su país “no tiene interés en tomar parte de la guerra en Siria ni por supuesto enfrentarse a Rusia”.

La prensa israelí ha dado más importancia a sus palabras intentando calmar los ánimos en la fuerte crisis interna en el Gobierno de Benjamín Netanyahu que amenaza con elecciones anticipadas. Pero los analistas militares coinciden que el incidente del viernes -seguramente el más grave entre ambos países desde el inicio del conflicto sirio en 2011- puede suponer un cambio en las reglas de juego. El reto para Israel, dicen, no es solo evitar una guerra con Hizbulá y Siria sino un enfrentamiento diplomático con Rusia. Mientras Siria pidió al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que condene lo que llama “agresiones sionistas contra territorio soberano sirio” y advirtió que no se quedará con los brazos cruzados si hay otro ataque, en Israel se debate sobre la operación y sobre todo si era necesario activar el sistema Jetz II.

Líneas rojas
Como ocurrió en más de una decena de ocasiones en los últimos cuatro años, cazas israelíes atacaron un convoy de armas destinadas a Hizbulá cumpliendo así una de las líneas rojas establecidas por la cúpula política y militar. Es decir, evitar que Irán proporcione armamento avanzado convirtiendo a Hizbulá en un enemigo más letal en una futura guerra con Israel.

“Seguiremos actuando con determinación para evitar que armamento avanzado llegue a Hizbulá”, ha afirmado al mediodía el jefe del Ejército, Gadi Eizencot. Pero el precio que las autoridades israelíes han pagado esta vez parece elevado. Por un lado, por primera vez desde el inicio de la guerra siria, el ejército israelí ha tenido que reconocer públicamente su misión aérea contra objetivos en Siria, lo que rompe así la vieja y conocida regla de “no desmentir ni confirmar”. Por otro, el uso del sofisticado sistema antimisiles Jetz que teóricamente no debe ser usado contra misiles tierra-aire. Un oficial al cargo de la Defensa Aérea israelí decidió activarlo al ver un misil sirio en el radar y temer que impactara en Israel. El que fuera primer ministro y titular de Defensa, el laborista Ehud Barak, cree que “emplear el sistema Jetz en respuesta a los misiles de Siria quizá fuera un error” porque obligó a Israel a reconocer el ataque. Tanto el misil disparado por Siria como el “aviso” ruso hacen más compleja la toma de decisión de Israel la próxima vez que su Inteligencia detecte armamento avanzado en dirección al Líbano.

Siria advierte que responderá a cada penetración aérea israelí en su espacio aéreo mientras el líder de Hizbulá, Hassan Nasralá acusa a Israel de “querer ayudar a IS (Estado Islámico) para que no se desplome en Siria” y de “inventarse pretextos para realizar operaciones en Siria”. Asímismo, amenaza con “una fuerte respuesta en el momento que más nos convenga”. Israel, por su parte, avisa que seguirá “actuando para frustrar el envío de arsenal sofisticado al grupo terrorista apoyado por Irán en el Líbano”. Otra línea roja que, según Israel, obliga a realizar ataques contra ejército sirio es el lanzamiento de proyectiles-intencionado o errado debido a los combates internos- desde Siria contra territorio israelí. “No queremos interferir en la guerra interna siria y al mismo tiempo no permitiremos que Hizbulá se haga con sofisticadas armas de gran precisión aprovechando el caos y el apoyo iraní”, nos dice un oficial israelí en Tel Aviv. Si todas las piezas de este explosivo tablero cumplen su promesa de no renunciar a sus líneas rojas, un enfrentamiento armado parece inevitable. (Jesús.R.G.)

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