Así entrena la OTAN a los iraquíes que liberarán Mosul.


"Cuando acaben el entrenamiento, estos soldados y policías irán al campo de batalla. Nada de vacaciones, de descansar unas semanas o de volver a casa con su familia. De aquí, de la base, directos a luchar, directos a liberar Mosul". Lo explica, con una mezcla de orgullo y preocupación, Ayman Mesri, coronel retirado del ejército jordano y responsable de los programas de entrenamiento del King Abdullah II Special Operations Training Center (KASOTC), la flamante base a las afueras de Amán en la que la OTAN financia y forma a los iraquíes que combaten contra el Estado Islámico (IS, por sus siglas en inglés).

La OTAN no forma parte de la coalición liderada por EEUU que trata de frenar el avance del califato, a pesar de que sus integrantes lo hacen de forma individual. No ha desplegado fuerzas y su participación se limitará, sobre el papel, al despliegue de aviones de vigilancia, los célebres AWACS, en las próximas semanas. Sin embargo, la Alianza hace todo lo posible para que los iraquíes que pelean día a día estén lo mejor preparados posible. De momento, en Jordania, pero a partir de enero, como confirma el subsecretario general, el embajador norteamericano Alexander Vershbow, sobre el terreno. "Aquí tenemos las mejores instalaciones de Oriente Próximo, con las condiciones de la región: hasta 45 grados en verano, desierto, roca y polvo. 

Podemos simular situaciones de tiro de hasta 500 metros de distancia, asalto a un avión secuestrado y tenemos lo que llamamos el edificio de los 10 millones de dólares, equipado con la mejor tecnología lleno de cámaras y con las paredes blindadas para poder disparar y hacer ejercicios de incursión", explica satisfecho Mesri en un inglés perfecto curtido durante años de trabajo en Estados Unidos. Por su base, en la capital jordana, pasarán este curso hasta 350 soldados y policías iraquíes, enviados por el Ministerio del Interior de su Gobierno. Aprenderán a usar adecuadamente las armas, a actuar en equipo y a prepararse para lo que verán en las calles de Mosul. "Sinceramente, tienen una enorme voluntad y un valor inmenso, pero su preparación es muy pobre", explica el escocés Phil Yeaman, instructor de la empresa ISSEE con 25 años de experiencia en el ejército y otros 15 en la Policía y que dirige los ejercicios. La OTAN tiene contratada a la firma británica para que se encargue de los ejercicios con explosivos.

Este curso pasarán por la base hasta 350 soldados y policías iraquíes

Los IED's (Dispositivos Explosivos Improvisados) son una de las principales amenazas para las fuerzas iraquíes, y Yeaman y sus hombres, supervisados por dos oficiales de la OTAN, les enseñan a desactivarlos o inutilizarlos, a desmontarlos y a sacar toda la información posible. 

En los últimos años las bombas y las luchas callejeras han dejado "4.000 mártires, 4.000 compañeros que son como mis hermanos", según lamenta uno de los alumnos, originario del sur de Irak. "Yo me uní al ejército en 2012. Estoy listo para sacrificar mi alma para liberar a mi pueblo y todas las zonas ocupadas por 'Daesh'", explica otro de los cadete, de 29 años y llegado de Basora, minutos después de su ceremonia de graduación. "Antes de llegar estaba en el campo de batalla. Sé a lo que nos enfrentamos, a tramos de calle de 100 metros con trampas explosivas por todas partes, pero ahora estamos más preparados", explica ante un grupo de periodistas internacionales invitados (con gastos pagados) a Jordania por la OTAN.
Preparación para 'amateurs'
Los miembros del Ministerio del Interior enviados a entrenarse tienen una preparación ínfima. El grupo que se gradúa mientras los periodistas hacen preguntas va uniformado y tras seis semanas se desenvuelve con más soltura en los ejercicios, tanto desactivando artefactos explosivos como asaltando edificios de viviendas. Pero los recién llegados dan una imagen lastimosa. Un grupo de funcionarios sin apenas experiencia ni formación, en chándal y un estado físico totalmente descuidado. 

Algunos de ellos tienen conocimientos teóricos mínimos, pero la mayoría han aprendido a ojo, viendo a sus colegas. "Es un honor poder luchar para liberar al mundo de la amenaza de 'Daesh'", explica otro de sus colegas, de apenas 30 años pero con un lustro lidiando con dispositivos improvisados. Los que vienen a entrenar son poco más que amateurs. Sin 'robots' ni la tecnología suficiente sobre el terreno, practican con los elementos que tendrán a su disposición. Sin cargas de agua profesionales, inutilizan las bombas con dispositivos caseros fabricados con poco más de una botella de agua y una pequeña carga. En su país han visto de todo. Cuentan que las trampas están por todas partes. En agujeros de la carretera, en animales, en cadáveres. Dentro de las casas en sofás o en ollas, e incluso "en el santo Corán, algo que ningún verdadero musulmán haría nunca". 
Un grupo de 'alumnos' practican con fuego real y bombas de humo un enfrentamiento callejero

"La formación básica consiste en la limpieza de artefactos explosivos improvisados. La primera semana es para los conceptos básicos, para conocer el artefacto. Al acabar van a tener la capacidad de localizar y encontrarlos y neutralizarlos. De una forma más básica y no siguiendo exactamente los mismos estándares de la OTAN, pero unos que se asemejan todo lo posible para que puedan ejecutar dicha función con seguridad y eficacia", explican el capitán Velasco y el sargento Manso, los dos soldados españoles que supervisan la formación. Los españoles coinciden en que la formación debe adaptarse a las circunstancias. Si los medios con los que van a contar sobre el terreno son básicos deben ser entrenados con lo que tengan a mano, por ejemplo botellas de agua.
Jordania, clave en la lucha contra el IS
El coste inicial del Kasotc fue de 250 millones de dólares. Jordania es un actor clave en la lucha contra IS. Por cercanía, por sus bases, por la relativa estabilidad que logra imponer en la zona. 
O por los gigantescos campos de refugiados que acoge en su territorio. Los soldados locales explican que en sus primeros compases el llamado califato contaba con bastantes simpatizantes, incluso entre las filas del ejército, pero que el salvaje asesinato del piloto Muath Kasasbeh, quemado vivo en una jaula y cuya tortura fue distribuida en vídeo, fue el punto final. Ese día, aseguran los uniformados, todo cambió. En Kasotc presumen igualmente de la seguridad. "No hemos tenido un solo incidente con armas de fuego desde la apertura en mayo de 2009, asegura Masri. En 2013 un agente local mató a dos instructores norteamericanos y a uno sudafricano en el cuartel de Muaqar, no muy lejos de la capital, e hirió a media docena más de personas antes de ser abatido. Por eso ahora se examina con lupa a cada candidato, tanto en Bagdad como en Amán, antes de que lleguen a Kasotc.

Aquí están un mínimo de seis semanas y un máximo de cuatro mes, dependiendo del programa, y aprenden los conocimientos básicos para convertirse en desactivadores o en líderes de unidad antiterrorista. "Nuestras técnicas no son teóricas. El curso es eminentemente práctico y está totalmente actualizado. 
Hemos reaccionado después de los atentados en París y en Bruselas, y los últimos atentados en EEUU. Hemos visto que las fuerzas policiales se tienen que enfrentar a tiradores activos y para eso les entrenamos aquí", explica el teniente coronel en la reserva Nasser Arabyat. Los iraquíes se despiertan y se acuestan con carabinas M4 y pistolas Glock de nueve milímetros. Aprenden cosas básicas que deberían saber ya, como a limpiar las armas, vaciar cargadores y apuntar hacia el suelo cuando patrullan. Y sobre todo, según insisten, "todo lo referente a derechos humanos". No tienen la disciplina mínima y según confiesan sus instructores "vienen casi todos por debajo de la media y en unas semanas logramos que estén un poco por encima". "Mejor esto que nada", explica otro instructor. 

"Es una experiencia un poco decepcionante. Tienen los conocimientos básicos, aparentemente, pero no las técnicas necesarias. En Irak va todo muy deprisa y hay mucha presión". Ante los periodistas muestran su mejor repertorio. Un grupo de 14 hombres, en ropa de comando, entran por la fuerza en un edificio lleno de hostiles. Otros ocho, en dos bloques, practican con fuego real y bombas de humo un enfrentamiento callejero, en uno de los complejos de la base, que cuenta con hasta 56 edificios para guerrilla urbana. Coordinados pero más pendientes de la aceptación de sus entrenadores que de la posición de sus compañeros o el enemigo. ¿Están listos para derrotar a 'Daesh'? "Sí, nos aseguramos de que el que se gradúe tenga la suficiente cualificación para ello", explican el capitán Velasco y el sargento Manso. "Y que tengan suerte", concluyen. (Jesús.R.G.)

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