El Pentágono pide dinero para que sus 'asesinos de buques' puedan ponerse a la altura del enemigo.


La Marina estadounidense ha solicitado reforzarse con variantes antibuque de misiles de crucero para competir con los novedosos armamentos desarrollados por Rusia y China. El Pentágono ha solicitado al Senado en el capítulo pesupuestario de 2017 una inversión por valor de 434 millones de dólares para mejorar unos 250 misiles de crucero clase Tomahawk para que estos puedan ser utilizados contra buques. Según una estimación del Instituto Naval de EE.UU. (USNI), una vez modificados estos misiles podrán tener un alcance de hasta 1.000 millas náuticas (1.852 km). No se trata de rediseñar todos los Tomahawks, sino "buena parte de ellos", señaló en un comentario concedido al sitio informativo del USNI el subdirector de operaciones navales de la Marina, el vicealmirante Joseph Mulloy. El misil debe atravesar parte de la distancia sobre la superficie y otra parte bajo el agua para que sea más complicado para el enemigo "encerrarlo". 

Actualmente el 'asesino de buques' central de la Armada de EE.UU. es el RGM/UGM-84 Harpoon, desarrollado en los años 1970 por la empresa McDonnell-Douglas, que ahora forma parte de Boeing. Su principal desventaja es un alcance muy corto: menos de 70 millas náuticas (130 kilómetros). Los buques chinos y rusos ya son capaces de destruir al que lanza contra ellos un torpedo o un misil desde una distancia como esta sin el riesgo de ser alcanzados. Modificando los Tomahawk se podría proporcionar unas capacidades antibuque a varios cruceros de misiles clase Ticonderoga, destructores clase Arleigh Burke, a todos los submarinos de ataque y a las cuatro sumergibles clase Ohio que en los años 2000 perdieron su papel como portadores de armas nucleares. Otro diseño de McDonnell-Douglas, el Tomahawk BGM-109, entró en servicio en 1983 y, por primera vez, fue utilizado en combate durante la guerra del Golfo, en 1991. 

Su modificación antibuque (UGM-109) fue retirada del servicio en 1994 porque sus sensores no eran lo suficientemente buenos como para impactar en un objetivo mientras se encontraba en movimiento. En enero de 2015, el mando militar estadounidense llevó a cabo una prueba que demostró que un avión (sea tripulado o no) puede dirigir una versión de Tomahawk hasta alcanzar un buque en movimiento. Después de la prueba, el vicesecretario de defensa Robert Work vio en este Tomahawk "una capacidad capaz de cambiar el juego". Más allá de la modificación de los Tomahawks, la Marina espera adaptar el misil Standard 6, fabricado por Raytheon, para utilizarlo contra los buques enemigos. El SM-6 (también conocido como el RIM-174) entró en servicio en 2013 como un misil de defensa antiaérea. Oficialmente el SM-6 tiene un alcance de 150 millas (240 km). El secretario de Defensa de EE.UU., Ashton Carter, dijo que su versión antibuque sería capaz de impactar en blancos situados a unas 200 millas de distancia. 

El Pentágono no tiene planes de modificar la ojiva, aunque no está claro de qué forma se pretende utilizar, ya que fue diseñada para que se fragmentara en vuelo antes de impactar en el objeto volador invasor. Además, las pruebas mostraron que, al igual que los Tomahawks, el SM-6 solo puede ser dirigido hacia su objetivo por medio de aviones, que son vulnerables a interceptores y misiles. A modo de recurso temporal, la Marina confía también en una pequeña partida de misiles antibuque de largo alcance diseñada por la DARPA: el AGM-158C. Ha pedido al fabricante un centenar de ellos y se espera que estén operacionales en 2018 o 2019. En el Pentágono admiten que este diseño no puede competir con los proyectiles chinos Dongfeng DF-21D, cuya producción fue lanzada el año pasado. Fuentes en EE.UU. ya bautizaron ese novedoso aparato como 'asesino de portaaviones': tiene un alcance de 780 millas náuticas (1.450 km) y no hay ninguna protección contra él. (Jesús.R.G.)

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