Las disputas entre Washington y Moscú, viejos rivales de la guerra
fría, se acumulan cada día. La Administración Obama acusa a Rusia de
violar el tratado, firmado en 1987 por el presidente norteamericano
Ronald Reagan y el líder soviético Mijail Gorbachov, que prohíbe las
pruebas con misiles de medio alcance.
Las pruebas que, según Washington,
ha realizado Moscú, son una cuestión muy grave que obliga a lanzar un
diálogo de alto nivel entre ambos país, ahora enfrentados por la guerra
de Ucrania y una escalada diplomática con ecos de tiempos pretéritos. Un funcionario de la Administración Obama, que pidió anonimato, confirmó por correo electrónico la información, revelada el lunes por la noche por The New York Times. “Estados Unidos ha determinado que la Federación Rusa viola sus
obligaciones bajo el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio
(INF)”, dijo el funcionario. “De manera más específica, el Informe de
Cumplimiento de 2014 incluye la conclusión de que la Federación Rusia
viola las obligaciones, según el Tratado INF, de no poseer, producir, o
hacer pruebas de vuelo de un misil de crucero lanzado desde tierra con
una capacidad de alcance de 500 a 5.500 kilómetros, o poseer o producir
las lanzaderas de este tipo de misiles”. Estados Unidos cree que Rusia empezó a realizar estas pruebas en 2008, según explicó The New York Times el pasado enero, en una información que por primera vez revelaba las sospechas, ahora formuladas en voz alta.
Siempre según el Times, el presidente de EE UU, Barack
Obama, comunicó el lunes las conclusiones a su homólogo ruso, Vladímir
Putin. El Departamento de Estado tiene previsto publicarlas el martes en
el citado Informe de Cumplimiento, según la agencia Associated Press. "Es una cuestión muy grave que hemos tratado de abordar con Rusia durante un tiempo", dijo el funcionario. La disputa por los misiles nucleares llega en el momento de mayor
tensión entre EE UU y Rusia en los últimos años. Las relaciones entre
ambos países parecían encarriladas gracias al reset de 2009, el año en que Obama llegó a la Casa Blanca. El reset era un intento de poner a cero el contador de los problemas bilaterales. El deterioro se evidenció hace un año, cuando Rusia acogió a Edward Snowden, un exempleado de los servicios de espionaje norteamericanos que entregó a varios periodistas documentos secretos sobre el espionaje electrónico de la primera potencia. La crisis en Ucrania, tras las protestas que en febrero precipitaron
la caída del gobierno prorruso en Kiev y la posterior anexión de Crimea
por parte de Rusia, ha empozoñado todavía más la relación. En los
últimos días, la Casa Blanca ha señalado a Rusia como cómplice necesario
del derribo, el 17 de julio, de un avión de pasajeros que sobrevolaba
Ucrania.
La Casa Blanca sostiene que los rebeldes prorrusos lanzaron por error
un misil contra el avión, pero argumenta que fueron los rusos quienes,
al armarles y adiestrarles en el uso de este material, crearon las
condiciones para la tragedia. EE UU y sus aliados de la UE preparan una
nueva ronda de sanciones económics dirigidas a convencer a Putin de que
deje de ayudar a los insurgentes del este de Ucrania. La tensión entre EE UU y Rusia por un territorio europeo evoca en
algunos aspectos a la pugna entre EE UU y la Unión Soviética entre
finales de los años cuarenta y 1989, cuando cayó el telón acero, que
partía Europa en dos. El tratado de 1987 entre Reagan y Gorbachov fue
uno de las decisiones que contribuyeron a enterrar aquel conflicto en el
que las superpotencias se enfrentaron sin dispararse ni un tiro
directamente. Aquel tratado puso fin a diez años de debates, negociaciones y protestas
por la instalación en Europa de los misiles soviéticos SS-20 y la
réplica norteamericana, los Pershing. Aquel episodio marcó la última
etapa de la guerra fría. Dividó a los europeos, avivó el temor a un
holocausto nuclear en el Viejo Continente e impulsó movimientos
pacifistas y ecologistas que transformaron el paisaje político de países
como Alemania. Con el fin de la guerra fría y la caída del bloque soviético, los
motivos originales para el desarme empezaron a parecer lejanos.
En años
recientes, Rusia se ha quejado de que los límites que le imponía aquel
tratado ya tienen poco sentido y ha esgrimido que los misiles prohibidos
podrían resultarle útiles ante nuevas amenazas procedentes de su
entorno geográfico. "Es un poco difícil entender por qué la Unión Soviética aceptó [el
tratado] entonces, dado que estas armas, en cualquier caso, tienen poca
relevancia para los americanos, puesto que no tienen ningún lugar donde
usarlas", dijo Putin en un discurso en 2013.
"Pero, para la Unión Soviética, y para Rusia hoy, en especial teniendo
en cuenta que algunos de nuestros vecinos están desarrollando armas
ofensivas de este tipo, aquella decisión fue cuanto menos debatible". La opción preferida ahora por Washington es sentarse a hablar con
Moscú y conseguir que en el futuro cumpla el tratado y elimine las armas de manera verificable, es decir, posiblemente con inspecciones
internacionales. Si Rusia no lo cumple, dijo el citado funcionario de la
Administración Obama, "Estados Unidos obviamente consultará esta
cuestión con sus aliados para tener en cuenta el impacto de esta
violación rusa en nuestra seguridad colectiva". (Jesús.R.G.)
Fuente: http://internacional.elpais.com/
Comentarios
Publicar un comentario
EL APARTADO DE COMENTARIOS DE ESTE BLOG ESTÁ MODERADO. SI EL COMENTARIO CONTIENE INSULTOS HACIA UNA NACIÓN, PERSONA ETC... SERÁ BORRADO AL INSTANTE PARA UNA MEJOR CONVIVENCIA EN EL MISMO, UN SALUDO Y GRACIAS POR COMENTAR.