La Fuerza Aérea de Estados Unidos necesita pilotos de aviones no tripulados.



 
La Fuerza Aérea estadounidense es incapaz de hacer frente a la creciente demanda de pilotos para dirigir aviones no tripulados, en parte debido a la falta de voluntarios. Según un estudio del coronel de la Fuerza Aérea Bradley Hoagland, a pesar de la importancia que se da a las operaciones con UAV, los operadores de los mismos no tienen las mismas oportunidades para el ascenso a puestos superiores que otras especialidades militares; además, los mandos de la Fuerza Aérea no han sabido cuidar esta nueva categoría de pilotos. El aumento de pilotos de UAV en la Fuerza Aérea ha sido importante: en 2012 el 8,5% de los pilotos eran pilotos de UAV; cuatro antes sólo el 3,5%. En 2012, el objetivo de la Fuerza Aérea era el de formar 1.129 pilotos de aviones tripulados y 150 pilotos de UAV, pero no pudo cumplir el objetivo de pilotos de UAV por falta de voluntarios. La flota de UAV de la Fuerza Aérea consta de 152 Predator, 96 Reaper y 23 Global Hawk, que son suficientes para mantener 61 patrullas aéreas de combate (CAP) diarias sobre Afganistán. Se necesitan tres o cuatro UAV para completar una patrulla aérea de combate, que proporciona cobertura aérea 24 horas al día sobre una zona determinada. 

Las necesidades operativas obligan a aumentar el número de patrullas aéreas a un ritmo más rápido del que dispone la Fuerza Aérea para formar a los pilotos que van a dirigir los UAV. Entre los problemas de la Fuerza Aérea para conseguir pilotos de UAV se encuentran las siguientes: la alta proporción de atrición (bajas) de pilotos de UAV, tres veces superior a la de los pilotos de aviones convencionales. Otro factor es el elevado ritmo de las operaciones para las misiones de los UAV. En este sentido, diversos estudios de la Fuerza Aérea estadounidense han mostrado que la casi la mitad de estos pilotos presentan diversos tipos de estrés por su trabajo, entre otras razones por las largas horas de trabajo, los frecuentes cambios de turno debido precisamente a la falta de personal y también a que tienen que mantener un alto nivel de vigilancia, tanto visual como auditiva, durante las misiones, lo que es muy difícil de conseguir en este tipo de trabajos tan monótonos. Además, las continuas operaciones con UAV hacen que a los operadores, al contrario que sus homólogos de otras especialidades, les falte tiempo para obtener una formación adicional para acceder a puestos superiores, disminuyendo sus posibilidades de carrera. Este problema se refleja en que la proporción de ascenso a comandante es un 13% inferior en estos pilotos frente al de otras especialidades militares.

El menor número de ascensos se debe también a la cultura militar actual, que no aprecia completamente aún las capacidades de los pilotos de los UAV. “Una de las controversias que rodean su histórica falta de reconocimiento de los mandos superiores es el punto de vista de que los pilotos de UAV no estaban arriesgando sus vidas en las misiones ya que dirigen sus aviones desde Nevada, a más de 7.000 millas de la zona de operaciones.” En un intento de darles un mayor reconocimiento a su trabajo, el Pentágono creó en febrero una nueva medalla: “Medalla de guerra distinguida” para especialistas de UAV o de comunicaciones que actúan a distancia del campo de batalla. Dos meses más tarde, ante las protestas de grupos de veteranos, el secretario de Defensa suprimió la medalla, a la que se había dado una importancia relativamente elevada entre las condecoraciones militares estadounidenses, y ha sido sustituida por un distintivo que reconocerá la actuación de este nuevo tipo de pilotos y que se incluirá en las medallas existentes.


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