El T-50 se pone el uniforme militar.


La Fuerza Aérea de Rusia da inicio a las pruebas estatales del caza de quinta generación T-50, diseñado en el marco del programa “Futuro sistema de aviación de primera línea" (PAK-FA, en ruso). El inicio de las pruebas constituyen una etapa muy importante para el caza, que demuestra que el nuevo aparato puede tener acceso a las pruebas ya con lanzamientos de misiles. 

Ansiada renovación 
Las primeras aeronaves de nueva generación deben arribar al centro de pruebas de vuelo en Ajtiubinsk ya en esta primavera e iniciar los vuelos de inmediato. El comienzo de las pruebas estatales está previsto para marzo-abril de este año. El programa de las pruebas contempla la participación de cinco aparatos. La quinta máquina T-50 remontó vuelo en octubre de 2013. Un mes después se registró un total de más de cuatrocientos cincuenta vuelos puntuables, de acuerdo con el programa de pruebas. Los ritmos crecen: en octubre de 2012 los T-50 realizaron solo ciento cincuenta vuelos desde el inicio de las pruebas en enero de 2010 y luego, en el curso de un año, más de trescientos vuelos. Teniendo entre seis y ocho aparatos probados es posible realizar entre cuatrocientos y quinientos vuelos anuales, lo que permitirá concluir el programa de pruebas de dos mil vuelos al cabo de tres o cuatro años. En 2015 las primeras máquinas deben llegar al centro de práctica de combate de Lípetsk para el reaprendizaje del personal de vuelo con vistas a la preparación de pilotos en activo de la Fuerza Aérea de Rusia. 

El T-50 será el primer caza de nueva generación incorporado a la Fuerza Aérea de Rusia desde fines de los años 80 (entonces fue firmado el correspondiente documento para el Su-27). Hasta fines de esta década se tiene programado lanzar entre cincuenta y sesenta aviones T-50. Y, en total, la Fuerza Aérea deberá recibir de doscientas a doscientas cincuenta máquinas de este tipo. Se tiene previsto que la primera unidad aérea de estos aparatos estará en disposición de combate en 2017 o 2018. El nuevo caza debe elevar notablemente el potencial combativo de la Fuerza Aérea, sustituir a los aviones Su-27 y parcialmente a los Su-30, asegurando la supremacía, incluso en los enfrentamientos hipotéticos con fuertes enemigos, que disponen de aeronaves modernizadas de cuarta o incluso de quinta generación, sea el “caza comercial” F-35 o el F-22, que presta servicio únicamente en la Fuerza Aérea de EEUU. 

Estudio de la experiencia como garantía de la supremacía 
Los trabajos en los proyectos de aparatos de la siguiente generación se iniciaron aún en la Unión Soviética en la década de los 80. Hacia mediados de los años 90 la Oficina de Proyectos Experimentales Mikoyán creó el proyecto 1.44, mientras que la Oficina Sukhoi constituyó el proyecto S.37. Este último inicialmente no se preveía como aparato de combate, sino que se instrumentaba con el fin de perfeccionar varias tecnologías. El nuevo Mig podría fabricarse en serie, pero por falta de financiamiento el proyecto no llegó a concretarse.  Hacia finales de los años 90 estaba claro que los proyectos existentes de a poco iban envejeciendo moralmente y su puesta a punto con su posterior lanzamiento en serie se traduciría en que la Fuerza Aérea con un atraso de diez años recibiría el caza, que a sabiendas cedía al F-22, cuyo proyecto para ese entonces estaba acabado. Como resultado, a principios de la nueva década se había decidido diseñar un aparato nuevo. 

Todas las oficinas de proyectos de Rusia – Sukhoi, Mikoyán, Yákovlev – presentaron sus variantes. Como resultado, la Oficina de Proyectos Sukhoi se convirtió en el proyectista del caza T-50. A diferencia del F-22, cuyos constructores desistieron en buen grado de las posibilidades de vuelo a favor de la imperceptibilidad, durante la creación del T-50 se planteó la tarea de encontrar una combinación admisible de estas cualidades. Como consecuencia el T-50 posee características técnicas y de vuelo considerablemente más altas, incluyendo la velocidad y la autonomía de vuelo, que son determinantes para un caza pesado como el T-50. Todo parece indicar que la aeronave rusa tiene asimismo bodegas más amplias para el armamento, lo cual brinda importante ventajas tácticas.  No obstante, la imperceptibilidad no fue sacrificada a lo largo de la década que separa el T-50 del F-22. La ciencia de la aviación avanzó incluso en Rusia, a pesar de todos los problemas de los años 1990 y 2000. Los nuevos materiales compuestos, el revestimiento que absorbe las ondas de radar, las pinturas, en combinación con los cálculos geométricos avanzados de la máquina y el radar bloqueador en los canales de las tomas de aire garantizan al T-50 una baja perceptibilidad. 

Las posibilidades de combate del T-50 no se basan en el propio avión, sino en su sistema de guiado del fuego, incluyendo el radar con una red activa de antenas en fase en la proa del avión y antenas adicionales en las alas y en la cola, que garantizan un campo visual circular. Existe otra ventaja notoria del T-50 que se manifiesta sobre el F-35, que en virtud de una serie de compromisos no llegó a ser totalmente un avión de quinta generación, en cambio su precio es algo inferior que el de su hermano mayor, el F-22. El valor de la máquina baja paulatinamente a medida que se desenvuelve la producción en serie, aunque no es tan fácil modificar las características técnico-tácticas.  Igual que el F-35, el T-50 apunta asimismo a los mercados exteriores. El primer proyecto y el más grande en esta esfera es el diseño conjunto con la India sobre la base del T-50 del caza de quinta generación FGFA. Se espera que la creación del FGFA abra al T-50 el camino al mercado, exactamente igual que en su tiempo otro contrato con la India fue la “hora estelar” para el Su-30, el caza que más se vende en los últimos quince años. 

Fuente: http://spanish.ruvr.ru/

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