Claves para entender lo que pasa en Corea.

Claves para entender lo que pasa en Corea

La Península Coreana lleva seis décadas en guerra. Tras la Segunda Guerra Mundial quedó dividida por el paralelo 38 en dos mitades, comunista la norteña y capitalista la sureña. En 1950 el Ejército norcoreano invadió el Sur estallando así un conflicto que duró hasta 1953, año en el que se firmó un armisticio, pero no la paz. Ahora, el nuevo líder de la dictadura eremita, Kim Jong-un, ha declarado inválido el acuerdo que suspendió la contienda, y ha recordado que su país sigue en guerra con el Sur y los Estados Unidos.

Al norte de la Península Coreana se ubica el Estado más aislado del mundo, dirigido por un régimen despiadado que ha erigido a los Kim en la primera dinastía comunista del mundo, mucho más cerrada y personalista que la Cuba de los Castro. Al sur, una de las naciones más industrializadas y prósperas de Asia. Mientras los 50 millones de surcoreanos disfrutan de internet de alta velocidad y todo tipo de aparatos digitales, los 23 millones de norcoreanos malviven con cartillas de racionamiento y la electricidad restringida a unas pocas horas del día.

Paralelo 38


La última frontera de la Guerra Fría es una franja de cuatro kilómetros de ancho y 240 de largo. Aunque esta «tierra de nadie» se denomina «Zona Desmilitarizada», quizás sea el lugar del mundo con mayor concentración de soldados, armamento y minas enterradas por metro cuadrado. Hay tantas que los expertos calculan que se tardarían 300 años en limpiarla. Corea del Norte llegó a construir una red de túneles que la sorteban y comunicaban con el Sur, al que querían invadir. Se puede visitar uno de ellos, a 300 metros bajo tierra y de un kilómetro de largo. Un puente, que comunicaba también las dos mitades de la península, sirvió para el intercambio de prisioneros. Era conocido como el «Puente del no retorno» porque cuando el Ejército estadounidense liberaba allí a sus prisioneros les ofrecía quedarse en la orilla en que habían permanecido detenidos o pasar al Norte, recordándoles que si escogían hacer esto último no podrían regresar nunca al Sur.

Incidentes 
En 1976 se produce el conocido como «el incidente del hacha» en el que soldados norcoreanos mataron a dos oficiales del Ejército de Estados Unidos que cortaban un álamo en la «Zona Desmilitarizada» para mejorar la visibilidad de los puestos de vigilancia del Norte. Los militares comunistas asesinaron a los uniformados americanos con las hachas que estos estaban utilizando para cortar el árbol. 

Poco después, en 1984, Vassilly Matauzik, un traductor soviético que acompañaba a una delegación oficial que visitaba el lado norcoreano echó a correr y cruzó la línea divisora para desertar al Sur. Inmediatamente, varios soldados del Norte le persiguieron abriendo fuego con sus armas, por lo que se produjo un intercambio de disparos con los militares del Sur. Como consecuencia del tiroteo, fallecieron tres norcoreanos y un surcoreano.

Terrorismo
El Norte llevó a cabo durante la Guerra Fría una serie de atentados magnicidas. En 1968 un comando de élite norcoreano a las órdenes del fundador de la dictadura comunista, Kim Il-sung -abuelo de Kim Jong-un-, se introdujo en el Sur y fue abatido por la Policía surcoreana a pocos metros de la Casa Azul, en la que reside el presidente de la república capitalista, entonces una dictadura liderada con mano de hierro por Park Chung-hee. Lo volvieron a intentar en 1974, cuando un japonés de ascendencia norcoreana disparó contra el general. 

El tiro no acabó con la vida de Park, pero sí con la de su esposa. Se da la circunstancia de que el dictador es el padre de la actual presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye. El terrorismo y el secuestro también han formado parte de las prácticas habituales del Norte. En 1983 tres bombas colocadas en Rangún, capital de Birmania, acabaron con la vida de 13 diplomáticos y cuatro ministros surcoreanos, y en 1987 agentes del Norte mataron a los 115 pasajeros del vuelo 858 de la compañía sureña Korean Air. Los soldados norcoreanos pusieron una bomba en la nave, que viajaba de Bagdad a Seul. El régimen de los Kim también ha secuestrado a ciudadanos nipones para que enseñen japonés a sus espías.

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