La dirección político-militar del país planea
reforzar significativamente la seguridad del único polígono nuclear
restante de Rusia, situado en el archipiélago Nóvaya Zemliá del Ártico.
Hasta finales del 2013 se desplegarán cazas interceptores supersónicos
MIG-31 y buques de la Flota del Norte realizarán una continua guardia
cerca de las costas. Durante la época soviética, estas medidas estaban
relacionadas con el comienzo de ensayos de armas nucleares a gran
escala. En 1963,
dirigentes de la URSS y Estados Unidos firmaron un acuerdo que prohibía
realizar pruebas nucleares en los tres medios: la atmósfera, el espacio
exterior y aguas submarinas.
También se acordaron restricciones en cuanto a la potencia de la carga. Desde la firma
del acuerdo, en Nóvaya Zemliá, se
realizan pruebas nucleares subterráneas, sin contaminación radiactiva de la
zona.
Aunque desde
principios de los años 90, tanto en Nóvaya Zemliá como en general, se
suspendieron todas las pruebas. Entonces, los dirigentes del país adoptaron
medidas unilaterales para reforzar la confianza en el mundo y se firmó el
Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCEN). El Kremlin
esperaba que este paso permitiría a los antiguos enemigos de los tiempos de la
Guerra Fría, no solo sentarse a la mesa de negociaciones y comenzar el proceso
de reducir los arsenales nucleares, sino que también los convertiría en socios
en otras cuestiones políticas y económicas. Sin embargo,
Washington no se unió a la iniciativa de Moscú. Aunque aceptó la moratoria en
cuanto a la realización de ensayos nucleares. “Las municiones
nucleares son un organismo vivo”, dijo uno de los especialistas de Rosatom
responsable de sector nuclear-armamentístico. Cualquier proceso relacionado con
el material requiere una vigilancia constante y hay que vigilar tanto los
bloques mecánicos como los electrónicos.
Desarrollo
de una nueva tecnología
“En 1996, en el
marco del cumplimiento del TPCEN, a nuestro departamento le impusieron una
tarea”, dice el especialista. “Había que establecer la fiabilidad, la seguridad
del almacenamiento y del funcionamiento, así como la adecuación de las
características táctico-técnicas del arsenal nuclear. Se desarrolló una
tecnología, de los llamados experimentos subcríticos, con los que se puede
garantizar con alta precisión la capacidad bélica de las armas nucleares y, al
mismo tiempo, su completa seguridad en cuanto al almacenamiento”.
Esta
tecnología, de las llamadas 'explosiones no nucleares -hidrodinámicas o
subcríticas'- se ha convertido en una especie de respiradero para todas las
potencias nucleares. En gran medida,
fue gracias a ella por lo que Estados Unidos y el Reino Unido cambiaron su
postura respecto a los acuerdos internacionales sobre la prohibición de pruebas
nucleares. En EE UU, las
nuevas pruebas empezaron a realizarse en la instalación subterránea LYNER, en
el estado de Nevada. Rusia las
lleva a cabo en Nóvaya Zemliá. Los
experimentos con maquetas de dispositivos nucleares se realizan en las mismas
galerías y se utiliza la misma tecnología que con los dispositivos nucleares. La única, y
radical, diferencia con la escala de explosiones radica en que en la maqueta
del dispositivo se utiliza una parte no crítica de la sustancia nuclear con
respecto a su masa, separando antes de la explosión no más de 0,1 microgramos
de trinitrotolueno.
La maqueta del
dispositivo se coloca en un recipiente especial, que se cubre con arcilla
bentonita, y la entrada a la galería se hormigona. Los experimentos son seguros
y no contaminantes. El contenedor
permite realizar experimentos al aire libre sin riesgo especial para el medio
ambiente ni para las personas, incluso en los polígonos internos de Rosatom.
Una muestra de la seguridad de tales experimentos es el hecho de que los mismos
técnicos se sitúan a solo 30 metros del epicentro de la explosión. Cada año se
realizan Nóvaya Zemliá entre cuatro y
seis “explosiones” con esta técnica. Gracias a esto, Rusia puede decir que su
arsenal nuclear es seguro y competente. El costo del
programa de mantenimiento y verificación de la capacidad de trabajo y la
seguridad de la utilización de munición nuclear, le costará al erario público
alrededor de 2.000 millones de rublos (unos 65 millones de dólares), y quedará
registrado en una línea aparte en el presupuesto del Estado.
De este dinero
solo 30-40 millones de rublos van directamente a las propias pruebas, el grueso
de los fondos se destina a la preparación del laboratorio para los experimentos
y al mantenimiento. Hay varias decenas
de miles de personas empleadas. Dos empresas
participan directamente en el montaje y desmontaje de dispositivos
nucleares. En realidad, el
arsenal nuclear ruso hace tiempo que se redujo de decenas de miles de
municiones nucleares hasta 2.679 ojivas. Estas son las cifras que presentó en
diciembre del 2010 el sitio web 'Armamento estratégico nuclear de Rusia'. “En los últimos
años desarrollamos un proyecto de preparación y verificación de municiones
nucleares. En la actualidad no hay necesidad de reanudar los ensayos completos
nucleares”, comenta el diseñador de misiles y cohetes espaciales Gerbert
Yefrémov.
Según los expertos, Rosatom se seguirá ocupando del
reciclaje de los materiales así como del desarrollo de las armas nucleares, de
sus pruebas y del soporte técnico en el marco del TPCEN. Los militares tuvieron y tendrán la tarea de
garantizar la seguridad del almacenamiento, el transporte y la explotación de
las armas. Incluido el mantenimiento del régimen de confidencialidad alrededor
del último polígono nuclear en Nóvaya Zemlia. En cuanto al despliegue de fuerzas adicionales en
la región, esto estará más bien relacionado con las pretensiones
de Rusia en la cordillera Ártica.
Fuente: http://rusiahoy.com/
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