El retorno del guerrero.

El retorno del guerrero
 
La imagen de un marinero de la «Navy» que en 1945 celebra el final de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico besándose con una enfermera en la encrucijada neoyorquina de Times Square, forma parte destacada de la iconografía de Estados Unidos. Destila -en blanco y negro- patriotismo, sacrificio militar y la emoción del retorno de los guerreros a casa. 
 
Con la reciente abolición de las últimas restricciones para que homosexuales y lesbianas puedan servir abiertamente en las filas del Pentágono, este tipo de rituales castrenses («homecoming») están planteando un llamativo debate en Estados Unidos ante los efusivos reencuentros de parejas del mismo sexo. Polémica en la que el escándalo de algunos se mezcla con reiteradas exigencias para una completa legalización de los matrimonios «gay». La estampa más comentada, hasta llegar a la cota de viral gracias a Facebook, ha sido protagonizada recientemente por Brandon Morgan, sargento de los Marines. Tras cumplir con un sacrificado destino de seis meses en Afganistán, el militar ha vuelto a casa sano y salvo el pasado 22 de febrero. Y en una imagen, tomada por un amigo y que ha dado la vuelta al mundo, se ve al militar abrazando dentro de un hangar en Hawaii a su gigantesco novio, identificado como Dalan Wells.

Cinco meses después de que la Administración Obama haya acabado con la política, conocida como «don't ask, don't tell», que obligaba desde la era Clinton a ocultar su orientación sexual a los homosexuales y lesbianas al servicio de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, el sargento Morgan, californiano de 25 años, ha agradecido todos los mensajes positivos de apoyo recibidos a través de la página «Gay Marines» de Facebook. De acuerdo a las explicaciones de este suboficial de Infantería de Marina, «mi compañero y yo no hemos hecho esto para hacernos famosos, o algo por el estilo, lo hemos hecho porque después de tres destinos en el extranjero y cuatro años de conocernos, finalmente nos hemos dicho lo que sentíamos mutuamente». Para Morgan, «gay, heterosexual, lesbiana, no importa quién eres, el amor es el amor». Con la puntualización de que la comunidad gay «no quiere más derechos o mejores derechos, simplemente iguales derechos».
 
Punto de inflexión
El pasado diciembre, otra suboficial de la Armada americana también tuvo oportunidad de hacer historia con una beso a su compañera. Después de ochenta días embarcada en el buque de asalto anfibio «USS Oak Hill», Marissa Gaeta compró cincuenta papeletas en uno de esos tradicionales concursos de «primer beso», en los que la tripulación rifa ese privilegio a cambio de pequeñas donaciones para celebrar, por ejemplo, una fiesta navideña para sus hijos. Gaeta compró cincuenta tickets de un dólar. Y ganó.
 
El retorno del guerrero
La famosa imagen de 1945 en Times Square
 
Al llegar a su base en Norfolk, y con el respaldo de sus compañeros según ha reconocido su comandante, Gaeta, de uniforme, era esperada por la suboficial Citlalic Snell, vestida para la ocasión con vaqueros y chaqueta de cuero negro. Y según el relato de un periódico local: «Su novia desde hace dos años estaba esperando cuando Gaeta desembarcó. Se besaron. La gente concreada les vitoreó. Y con eso, otro vestigio de la política que forzaba a los gays a servir a su Patria en secreto había desaparecido».

De hecho, estas dos imágenes de besos «que han resonado por todo el mundo» están siendo presentadas como un punto de inflexión sobre la percepción de la homosexualidad en la sociedad de Estados Unidos, dentro y fuera de las Fuerzas Armadas. Sin que falten presiones que el presidente Obama no espere a ganar un eventual segundo mandato para reconocer los matrimonios civiles a parejas del mismo sexo.

Fuente: http://www.abc.es

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