Fuerzas especiales británicas, encargadas de buscar a Kadafi.


Las fuerzas especiales británicas (SAS) están en Libia a cargo de la captura de Muammar Kadafi y planificaron el asalto a Trípoli, entrenaron comandos y organizaron el asalto al búnker del dictador, a donde llegaron comandos especiales de Qatar para recopilar computadoras y documentos que puedan servir como pruebas en el juicio en La Haya.

Si bien su presencia es oficialmente negada por el ministro de Defensa británico Liam Fox, él admitió ayer que ellos y la OTAN están aportando “inteligencia y equipos” para ayudar a los rebeldes “a localizar a Kadafi y otros miembros del régimen”.

El gobierno de Cameron no menciona abiertamente la operación porque jamás hace una declaración sobre las fuerzas especiales para resguardar su seguridad. Pero desde el inicio del conflicto, fuerzas del SAS, comandos franceses y fuerzas especiales de Qatar y Emiratos Arabes están desplazados en el terreno y dirigen a los rebeldes, que aparecen mejor entrenados que antes. Se los ve en imágenes de TV con chalecos antibalas, fusiles SA80 y rifles snipers. Dan órdenes y se plantan para disparar como verdaderos combatientes, en medio de un ejército de voluntariosos desarrapados.

Cuando la cabeza del líder libio se cotiza a 1,7 millón de dólares, comandos británicos comenzaron a guiar a los rebeldes por decisión del premier David Cameron.

Vestidos como libios y muchos hablando un árabe casi perfecto tras un largo entrenamiento en Yemen, desde la llegada de los rebeldes a Trípoli se le ha encargado al SAS la misión de focalizarse en la búsqueda de Kadafi. Precisos, ordenados, son ellos los que han analizado la red de túneles que el líder ha construido debajo de la ciudad para refugiarse cuando desarrollaba sus armas de destrucción masiva. Otra preocupación de la inteligencia occidental es que Kadafi cuenta con 240 misiles Scud, que tienen un alcance de 304 km, y un amplio stock de gas mostaza , que no desmanteló cuando entregó las armas de destrucción masiva, y que puede usar como último recurso.

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